Muchos estaréis pensando que esto se está convirtiendo en un duelo entre un servidor y Eloy Entrambasaguas por ver quién de los dos os trae la competición o categoría más rocambolesca dentro del automovilismo actual. Y eso es precisamente lo que es, por lo que hoy es a mí al que le toca recoger el guante después de que este fin de semana él os presentara los circuitos urbanos de Angola y sus ‘peculiares’ carreras.
Lo hago además matando dos pájaros de un tiro ya que fue el propio Eloy el que os habló hace unos meses de una nueva copa monomarca que se había empezado a ver por los circuitos británicos utilizando a los SsangYong Musso (Korando o Actyon dependiendo del mercado). Lo habéis leído bien, una copa cuyo único vehículo era la pick-up de la firma coreana, en la que el principal atractivo no era otro que el del bajo precio que suponía competir en el campeonato y la divertida historia que podías contar a tus amigos cuando le explicabas que estás compitiendo al volante de un vehículo de casi dos toneladas de peso que equipa un motor de 2.2 litros turbodiésel que produce algo más de 200 CV y, para hacerlo más interesante, lo haces en las pistas más tortuosas y estrechas de Gran Bretaña con unos vehículos semi-slick de Avon.
Este primer párrafo puede parecer tirarme piedras contra mis propios intereses, pero seguramente tras conocer la SRX Cup belga que se disputa en circuito de rallycross, bajo el apoyo de una casa de apuestas deportivas y en el que se lleva obligatoriamente a un copiloto, paséis a pensar algo completamente distinto. Hablamos de la Ladbrokes SsangYong RallyCross Cup que este año incluso ha tenido el honor de hacer de telonera al World RX durante la visita de este al Circuito de Mettet. Si no me creéis, más abajo está la prueba.
Disputándose con lo que en Bélgica llaman SsangYonk Actyon Sports, hablamos también de una monomarca que trata de aprovecharse del boom del rallycross y de paso mostrar lo divertido que puede ser esta pick-up de bajo coste en una conducción off-road sobre tierra y barro. Organizada por la Belgian Off Road Association (BORA), se disputaba por equipos, por lo que incentivaba la participación de tres pilotos distintos al volante de una misma unidad incluso durante el fin de semana, permitiendo así compartir gastos.
Lo mejor de todo es que la temporada completa (de abril a octubre) apenas costaba unos 37.000 euros, impuestos no incluidos. ¿Puede ser más económico? Sí porque la propia organización oferta una experiencia de fin de semana para copilotos, los cuales puede subirse al coche por 150 euros y vivir las carreras desde dentro. Chúpate esa Eloy. A todo ello debemos sumar que el transporte, mantenimiento, combustible, reparaciones, seguro, catering e incluso los monos ignífugos van incluidos dentro del precio.
En lo que respecta al vehículo, hablamos de 500 Nm de par máximo y 225 CV de potencia, 40 CV más que el modelo de producción, con un peso de 1.600 kilogramos (250 kg menos que el modelo de serie) y equipado con freno de mano hidráulico, diferencial de deslizamiento limitado, cubrecárter y medidas de seguridad FIA. Sigue utilizando el mismo motor de 2.2 litros TDCI antes mencionado en su primo lejano británico para circuitos, así como la caja de cambios manual de seis velocidades. De nuevo un lujo ver iniciativas y competiciones como esta, así como la implicación de marcas que hasta hace no mucho habían sido ajenas a esta faceta Racing.