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'Over Drive', la película que mezcla rallyes y drama fraternal [Análisis]

A lo largo de este 2018, hemos hablado en varias ocasiones de la película japonesa ‘Over Drive’, centrada en el mundo de los rallyes. Desde un buen principio, sus promotores dejaban claro que la intención era la de mostrar el mundo de los rallyes de una forma amena para que los aficionados pudieran entender un poco más como funcionan y sobre todo, ver el atractivo de una categoría que en algunos lugares queda ocultada por la popularidad de las carreras en circuito. Resulta que el reciente viaje de Diariomotor Competición a Japón resultó fructífero y conseguimos visionar la película ‘Over Drive’ para poder traeros nuestras impresiones. Eso sí, son impresiones de alguien poco habituado a hacer críticas de películas y sobre todo tirando de la memoria de haberla visto una sola vez. Como siempre en estos casos y aunque se ha intentado evitarlos, hay que contar con una ALERTA DE SPOILERS por algunos pequeños elementos mencionados. ¿Habrá conseguido la película su objetivo?

En términos generales, habría que concluir que sí, aunque de buenas a primeras, chirría un poco es la elección estilística de ‘dividir’ la película en eventos de la temporada de las ficticias Seiko Cup Rally Series. Aunque no hay capítulos como tal, ocasionalmente la película estira ligeramente la cuarta pared para ponernos en el puesto de un aficionado cualquiera que sigue esta competición… la idea es interesante y podría funcionar, pero los comentarios y el tono un tanto exagerados del comentarista contrastan con una realidad en la que el conocimiento del mundo del motor brilla por su calidad. Así, nos sorprenden frases como «Este rally se conoce como el ‘rompecoches'» en una película que se vanagloria de intentar mantener el realismo al máximo. En su mayor parte lo logra pero estos pequeños elementos consiguen romper la magia ocasionalmente.

Por lo demás, la ambientación es buena, aunque también peliculera y muy japonesa en su sabor. Donde la presencia de ‘cheerleaders’ y un ambiente de festival puro puede ser creíble desde la óptica del motorsport japonés (aunque quienes siguen nuestros resúmenes del Campeonato Japonés de Rallyes saben que tampoco es lo habitual), ver a varios cazas de combate sobrevolando el lugar para celebrar el inicio del rally puede ser un tanto extremo. Sobre todo, teniendo en cuenta que en la película, las Seiko Cup Rally Series son una competición de promoción, siempre por debajo del WRC (que por cierto tiene varias menciones literales a lo largo del film). Las lujosas fiestas post-evento pueden pasar por ser una rareza y casi una necesidad en este tipo de película, aunque también ‘rasca’ un poco.

Pero al final, hay que tener en cuenta que no se trata de una película de automovilismo, sino de una historia de dos hermanos centrada en el mundo del automovilismo. Aunque las carreras tienen una gran cantidad de metraje, a menudo da la impresión que están un poco en segundo plano, lo cual no es necesariamente malo ya que la relación entre ambos es la que sostiene la película. Es interesante ver como el guión va desvelando poco a poco el origen de los problemas de la relación entre Naozumi y Atsuhiro. El triángulo amoroso y la tragedia que rodea a los personajes pueden parecer melodramáticos, pero las películas japonesas tienden a menudo a dar historias un tanto ‘extremas’ a sus personajes. De esta forma, no nos sorprende que el copiloto de Naozumi sea un expiloto que tuvo que retirarse por lesión, mientras el Spica Racing Factory es el equipo del garaje en el que los niños jugaban de pequeños…

En ese sentido, se agradece que toda esta acción se centre en el pasado y las historias personales de los personajes, dejando un poco más de lado los clichés más típicos de este tipo de película. Cualquiera esperaría, visto el tráiler y el tipo de historia, que Hikaru Endo, la protagonista femenina que hace de agente de Naozumi acabaría emparejada con alguno de los hermanos. Pero en lugar de centrarse en ello de forma descarada, hay dos o tres guiños a lo largo de la película que dejan un final abierto para que el espectador sea quien decida cómo acaba esa parte de la historia. Lo mismo con el equipo y piloto rivales, Akira Shinkai del Sigma Racing. Inicialmente el piloto es presentado como poco menos que un robot, aburrido y centrado, que sirve como contraste del piloto protagonista… al final, su importancia se limita a la objetivo que hay que batir, sin tener mayor protagonismo.

La película incluso se permite el lujo de darle una media sonrisa cuando el equipo protagonista soluciona el mayor problema al que se enfrentan durante la temporada, demostrando que más allá de esa profesionalidad y ganas de ganar, existe un ser humano. Pero siempre con guiños, sin grandes movimientos. Eso sí, quizás en la escena de superación del mencionado problema es donde está el mayor inconveniente de la película. En el clímax del film, Naozumi sufre un accidente que termina con su Toyota Yaris en el agua, hundido durante más de dos horas. El tramo en el que sufre el accidente es cancelado y por lo tanto técnicamente no ha perdido su posición. El equipo rescata el coche del agua y afirmando que el motor no tiene ningún problema, se pone manos a la obra para reparar todo lo demás. Esto incluye una carrocería nueva hecha con tapas de bidones de carburante… que no acaba de ser muy convincente.

Lo bueno es lo cuidada que está la ambientación en general. Cada rally cuenta con su propio cartel y panel de dorsal, diseñados específicamente para la ocasión. Muchos de los lugares en los que trabajan los equipos son creíbles e incluso cobran importancia conceptos tan alejados del aficionado más casual como las penalizaciones del parque de asistencia por exceso de tiempo de reparación o el límite de personal permitido en la zona de trabajo. Puede parecer poco, a la luz de las anteriores críticas, pero hace que la película sea disfrutable incluso ante estos pequeños elementos que distraen la atención ocasionalmente. Las imágenes están cuidadas, mezclando CG con tomas grabadas con pilotos especialistas como Norihiko Katsuta y Fumio Nutahara, habituales de la escena de los rallyes en Japón. Desconcierta un poco ver rallyes japoneses con aspecto de Portugal, España y compañía, además de un Rally de Johor (Malasia) con tramos sin palmeras.

Pero las imágenes dan el pego en su mayor parte y esto hace que los momentos de competición no destaquen por tener demasiados problemas. Lo que quizás sí se echa un poco en falta es más imágenes que no sean del Toyota de Spica y el Citroën de Sigma. Más allá de estos dos protagonistas, la película apenas muestra un equipo privado con un Mini y un breve cameo de un Yaris de Toyota GAZOO Racing de especificación japonesa (no WRC). Una vez más, demostrando que la película trabaja más en todo lo que respecto a las historias personales de los miembros del equipo Spica y sus relaciones que no una competición que es muy a menudo un reflejo de estas historias y relaciones. Incluso el mecánico que aparece en los compases iniciales garabateando coches mientras reconoce que se aburre al no poder hacer lo que más le gusta acaba teniendo un desenlace.

Por último, no podemos más que rendirnos ante los cameos de algunos elementos míticos de los rallyes. Quizás el más interesante es el del Mitsubishi Lancer Evo que se repara en el taller en el que los hermanos protagonistas juegan de niños, pero también destaca alguna maqueta con sospechosos colores de Alitalia… por no hablar de la cantidad de logos reales que aparecen. Cusco (equipo japonés, mostrado y mencionado), J-Sports (canal de televisión que suele dar las competiciones de motor en Japón), Toyota GAZOO Racing y un sinfin de patrocinadores que van más allá de los principales de los dos equipos que más aparecen durante la película. Incluso el logo de la JAF (Japan Automobile Federation) tiene cabida en paneles oficiales en ruedas de prensa… y hasta una revista Rally+.

A lo largo de la película se busca derribar esos clichés expresamente mencionados como el «Pensaba que los rallyes eran cosa de hombres mayores» de uno de los personajes. Los rallyes también pueden ser ‘molones’ y eso es lo que la película busca mostrar. Quizás no sea 100% fiel a lo que es un evento de este tipo pero se acerca lo suficiente como para que el producto sea digerible y disfrutable. Pero quizás lo más importante es ver que posiblemente pueda llegar a cumplir su ‘objetivo’ de aficionar un poco más al público a los rallyes. El resultado; suficientemente detallado para que el aficionado más ‘quemado’ pueda disfrutar de estos elementos más particulares pero suficientemente generalista como para que no sea difícil de comprender para un profano. ¿La recomendamos? Teniendo en cuenta lo poco habitual que es ver el mundo de los rallyes en el cine, desde luego.

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