Cinco de cinco. A estas alturas sería absurdo negar la superioridad de Mercedes. En un circuito que ofrece tan pocos vaivenes en carrera como el Circuit de Barcelona-Catalunya la salida iba a ser crucial y el retorno de los clásicos (y en teoría olvidados) problemas de embrague en los coches alemanes costó a Valtteri Bottas el triunfo. Lewis Hamilton se emparejó en los primeros metros y ello le valió para situarse al frente de principio a fin.
Sebastian Vettel intentó aprovecharse de la situación colocándose en paralelo con los Mercedes y afrontando la primera curva por el exterior, con la esperanza de sobrevivir en el interior de la segunda curva y encontrarse en el liderato. Pero la maniobra no sólo no resultó sino que además abrió la puerta a Max Verstappen y quemó con un plano sus neumáticos, ralentizando su ritmo en el primer relevo.
La acción del alemán sólo es criticable para quien gusta de ensañarse con el cuatro veces campeón del mundo o con Ferrari. Si algo quedó claro este fin de semana en Montmeló es que la Scuderia no sólo no tenía ritmo para batir a Mercedes sino que incluso Verstappen estaba por encima. Vettel se la jugó en la que podía ser su única ocasión de cambiar el curso de la película y simplemente no salió. A partir de ahí Ferrari encadenó decisiones poco acertadas buscando a la desesperada un escenario que siempre llevaba a sus pilotos a acabar cuarto y quinto.
Así,vimos al muro italiano tardar de más en dar paso a Charles Leclerc, quien de todos modos tampoco demostró un ritmo como para aspirar al podio. Posteriormente dividió estrategias entre sus pilotos con la esperanza de que haciendo la pinza a Red Bull uno de los dos lograra pillar a Verstappen. Por ello Leclerc y Vettel volvieron a encontrarse en pista y de nuevo Ferrari tardó demasiado en reaccionar. Y el Safety Car, que debía ser una oportunidad, no valió de gran cosa ante los dolores de cabeza de Ferrari poniendo en temperatura sus gomas. El SF90 no está para luchar por el Mundial ahora mismo y posiblemente el cuarto puesto de Vettel y el quinto de Leclerc (que entró de nuevo bajo Safety Car) fueran la medida real de su rendimiento actual, pero tampoco vemos al equipo explotar al máximo su potencial.
Con Ferrari grogui y Red Bull sostenida tan sólo por Max Verstappen, el paseo de Mercedes fue posiblemente la mayor demostración de superioridad en lo que llevamos de temporada. Sólo el accidente de Lando Norris (culpable por no ceder a tiempo en una maniobra con pocos visos de éxito) y Lance Stroll, con su consiguiente Safety Car, maquilló unos resultados que apuntaban a ser de otra época. Y ello se plasma en la clasificación general: Lewis Hamilton, tan sólo siete puntos por encima de Valtteri Bottas, endosa 46 a Verstappen, 48 a Vettel y 55 a Leclerc. Game over.
Del séptimo puesto para atrás se ven alternativas gracias al rendimiento variable de los protagonistas del pelotón. Aquí Haas y Toro Rosso parecieron tener un punto más, pero entre el Safety Car y las luchas intestinas de los pilotos del equipo americano terminó brillando Carlos Sainz. Un encontronazo entre Kevin Magnussen y Romain Grosjean, que terminó desesperado y con su monoplaza maltrecho ante la ridícula resistencia de su propio compañero, así como el mal trabajo de Toro Rosso en boxes, permitió a Sainz rascar un octavo puesto tras Magnussen. No es un resultado histórico pero sí el tipo de prestación que necesita McLaren para alzarse con el cuarto puesto a final de temporada.
Sin duda quien más perjudicada sale de Montmeló es Renault. La escudería francesa sale de allí con su tercer cero en cinco carreras y situada en el octavo puesto de la general. Que Alfa Romeo una vez Kimi Räikkönen protagonizó una salida de pista al inicio de la carrera, Racing Point o Williams tengan este tipo de prestaciones entra dentro de lo razonable. Pero de un equipo de fábrica con Hülkenberg (13º, tras salir desde el pitlane) y Ricciardo (12º) se espera mucho más. Y lo más grave es que parece afectarles la parálisis que sufre la Régie desde que Carlos Ghosn ingresara en prisión. ¿Habrá reacción?
La Fórmula 1 se encamina ahora hacia su escenario más célebre y glamuroso, Mónaco, pero mucho tiene que cambiar para que en dos semanas tengamos algo más que una siesta.
Foto | Scuderia Ferrari