El automovilismo empezó su existencia como una gran probatura de velocidad y de resistencia, una voluntad de experimentación y ensayo que ayudaba a los primeros fabricantes a vender aquello que se mostraba más rápido y/o fiable en unos terrenos mayormente no adaptados a la circulación de los vehículos. La peligrosidad de dichos eventos ayudó a que se definieran unos límites para la disputa de esas carreras, el comienzo de los circuitos permanentes que cambiaron el concepto del deporte y probablemente alargaron su vida muchos años hasta la actualidad.
Le Mans es uno de los vestigios de esos trazados temerosos y las 24 horas de la ciudad francesa siguen siendo las más reconocidas y famosas del mundo. La cercanía con España ha propiciado que varios pilotos hayan pasado por La Sarthe en busca de la gloria y el reconocimiento, con distintos grados de éxito y en menor cantidad debido a la poca tradición del deporte de cuadro ruedas en el país ibérico. Sin embargo, ha habido tiempo para que pilotos e incluso equipos hayan dado el paso y aparecido en la cita más importante de la resistencia a nivel mundial.
Los pioneros hispánicos en la carrera fueron Rafael Manso de Zúñiga y el nacionalizado Jules de Segovia. El noble de origen riojano fue piloto oficial de Chenard & Walcker y finalizó quinto en 1924 y décimo en 1925, año en que ganó la categoría de 2 litros junto a Raymond Glaszmann; De Segovia abandonó como francés en 1924 y como español al año siguiente al volante de un S.A.R.A. En plena Guerra Civil Española salió Genaro Leoz Abad, piloto amateur navarro con experiencia en Pau y Lasarte y que abandonó en Le Mans en 1937 al volante de un Bugatti de 5 litros.
Se paralizó el mundo durante los años 40 por culpa de la Segunda Guerra Mundial, deteniéndose la mayoría de eventos no bélicos durante la primera mitad de la década. La Guerra Civil y el conflicto internacional motivaron un parón de la actividad en España, que recuperó su presencia en Le Mans con pilotos de origen noble y disponibilidad económica. Juan Jover (con Henri Louveau) se quedó a las puertas de la victoria en 1949 con un potente Délage, finalizando segundo absoluto y primero en la categoría de 3 litros. Le complementó Paco Godia, segundo en 3 litros y cuarto general en lo que sigue siendo una de las mejores actuaciones de pilotos españoles en la carrera gala.
Godia regresó en 1958 con un Maserati pero se tuvo que retirar, mismos problemas que sufrió Alfonso de Portago en 1954 y 1956 con Maserati y Ferrari respectivamente, en un apoyo de marca para el marqués que no volverían a disfrutar los españoles hasta tres décadas después. Álex Soler-Roig probó en un par de ocasiones, retirándose con un Porsche privado en 1968 y logrando un podio de categoría en 3 litros en 1972 con un Ford Capri copilotado por Dieter Glemser, en una demostración del buen hacer del barcelonés en carreras de larga duración.
Pero la gran representación de la época llegó con la Escudería Montjuïch. El equipo auspiciado por Enrique Coma-Cros, Juan Fernández, José María Juncadella y Félix Muñoz fue la primera gran escuadra española en Le Mans, asociada con Porsche durante la década de los 70 aunque su debut fuera con un Ferrari 512. Pilotos como Juncadella, Fernández, Francisco Torredemer, Eugenio Baturone y Jorge de Bagration formaron parte de un grupo innovador que no tuvo suerte y acumuló ocho abandonos en nueve participaciones a pesar de disponer de vehículos de importante velocidad.
Juncadella y Nino Vaccarella llegaron a liderar en 1971 con un Ferrari 512 antes de romper en la mañana dominical. En 1972, Fernández, Torredemer y Baturone se convirtieron en el primer trío completamente español, siendo los dos primeros los únicos que cruzaron la meta con un coche de la Escudería Montjuïch: quintos en 1973 al volante de un Porsche 908 compartido con Bernard Chenevière. El equipo catalán también compitió con los De Tomaso de Juncadella, Fernando De Baviera y los suizos Herbert Müller y Cox Kocher, el Chevron de Juncadella y De Bagration y los Porsche de GT de José María Fernández (hermano de Juan) y Rafael Terradas.
La participación española en los años 70 la completaron De Bagration con el coche de la escudería de Jo Bonnier (retirado en 1972 horas antes de la muerte del piloto sueco) y la Escudería Tibidabo, creada por Torredemer en un intento de obtener un segundo equipo de élite y retirándose en su única participación en 1974 con Torredemer, Juan Fernández y el piloto de rallies Bernard Tramont al volante de un Porsche 908.
Emilio de Villota disputó el Mundial de Resistencia en 1981 y se alzó con dos victorias junto a Guy Edwards. Juan Fernández se les unió para el asalto a Le Mans y el trío de Lola alcanzó el tercer lugar en la categoría de más de 2 litros. De Villota lo intentó un segundo año con un Prototipo extraño, el Grid S1, que le llevó al abandono. En esos Protos empezó a aparecer Jesús Pareja, un piloto mayormente desconocido que batiría el récord de apariciones consecutivas de un español en la carrera de 24 horas y ayudaría a que hubiese presencia consecutiva de pilotos del país entre 1985 y 2002.