Sí, estoy enganchado al canal de Rifat Sungkar desde que os mostré hace unos días que alguien había tenido la locura de crear un coche de rallyes bajo reglamentación AP4 sobre la base del Mitsubishi Xpander. Me encantó la idea de crear un coche de rallyes distintos y sobre todo el planteamiento tan exótico que tiene el piloto indonesio de afrontar la competición y su comunicación a través de redes sociales. Tras mostrar la versión Xpander AP4, algunos bromearon sobre la opción de llevar por la mañana a los niños al cole y por la tarde irse de tramos, vuestros deseos son órdenes para Rifat.
Y es que curiosamente él mismo ha empleado su monovolumen de carreras como un vehículo para su día a día, hasta tal punto que ha sentado a su mujer en el asiento de copiloto y se ha ido con ella al supermercado a hacer la compra. Obviamente aquí hay ciertas lagunas derivadas de las características de un coche de rally que impiden que el trayecto sea todo lo confortable que debería, sufriendo en este caso el calor que produce el no tener aire acondicionado o no poder bajar las ventanillas, la dificultad para maniobrar con una dirección de carreras y estas dimensiones de vehículo o el tener todo un nudo de barras de seguridad que impide que el encontrar hueco para la compra sea una tarea sencilla. Dudo que se puedan acomodar ahí las sillitas de los niños.
Las incomodidades de ir de compras en un coche de rallyes:
Al menos sus ocupantes tienen una buena visual, algo que no es fácil en un coche de rallyes cuando tanto piloto como especialmente el copiloto van sentado muy bajos, mientras que el espacio para las piernas también tiene pinta de ser inigualable, lo que hace que seguramente la entrada, incluso de personas altas sea algo menos tortuosa que lo que un servidor ha podido experimentar a la hora de sentarse en un World Rally Car o en un R2/Rally4. No es la primera vez que vemos cómo sería irse a comer con tu propio coche de carreras, pero sin duda aquí se consigue rizar el rizo.
El vídeo es sin duda una buena muestra de las distintas culturas automovilísticas que tenemos a lo largo y ancho del planeta, aunque también es cierto que en España también hemos visto en otras ocasiones acudir a bodas con el marido en un R2 para recoger a su nueva esposa, por lo que podemos presumir también de nuestras peculiaridades. Difícilmente es comparable el desparpajo de cualquiera con el de este expiloto mundialista, muy abierto a experiencias nuevas al volante de diferentes coches. Eso sí, mejor no lo invites nunca a tu casa, y si lo haces, corres el riesgo de que te tire medio jardín abajo con uno de sus donuts.