Si lees habitualmente Diariomotor Competición sabrás que entre el equipo editorial hay unos cuantos seguidores acérrimos de la disciplina de la resistencia y en especial de algunas de las leyendas de las 24 Horas de Le Mans. Obviamente, si tuviéramos que buscar en el diccionario de vehículos legendarios de la icónica prueba francesa nos encontraríamos el del Porsche 917K (kurzheck o «cola corta» en alemán), una de esas obras maestras realizadas por el ya fallecido Hans Mezger.
No es habitual evidentemente encontrar ninguna de las unidades a la venta del modelo de competición alemán, por lo que cada vez que aparece una de ellas en el mercado o en una casa de subastas supone todo un acontecimiento. La de hoy tiene un sabor todavía más especial ya que se trata del vehículo que estuvo presente en la película de Le Mans, la protagonizada por Steve McQueen y que incluimos el año pasado en nuestra selección de cosas a hacer el mes de junio ante el aplazamiento de la edición de Le Mans 2020.
Aunque la decoración de Gulf ha sido recientemente protagonista por su presencia en el Mundial de Fórmula 1, concretamente en el Gran Premio de Mónaco, sobre los McLaren MCL35M, es precisamente en los bólidos alemanes donde cobró especial notoriedad, especialmente en el caso del 917K, el cual prácticamente todo el mundo recuerda o con esta librea o con la blanca y roja de Salzburg Design que triunfó en 1970 con Hans Herrmann y Richard Attwood al volante.
Esta unidad, el chasis número 022, no tuvo tanta suerte, compitiendo en este caso con David Hobbs y Mike Hailwood y teniendo que abandonar por accidente después de sufrir aquaplanning sobre el asfalto del trazado francés. Sería una de las últimas veces que se vería ese 917K con la decoración alternativa de Gulf (no contaba con la franja, sino que la cúpula era la que se teñía de naranja y el resto de la carrocería se mantenía en azul) en los circuitos.
El coche entonces regresó a la base del departamento de competición de Porsche, se reparó, se renombró y se preparó para pasarlo a una variante de techo abierto similar a la que también pudimos ver en distintos campeonatos, tanto a este lado como al otro del charco. Se mantuvo en activo durante unos años antes de pasar a manos de un coleccionista a mediados de esa década de los setenta, concretamente a la de Chandon.
Aunque permaneció durante años en esas condiciones, comenzó a cambiar de manos en los ochenta, hasta llegar a uno de sus últimos propietarios que, con paciencia y dinero, decidió emprender el lento proceso para devolver el coche a su versión original desde la carrocería Spyder. El resultado sin duda ha sido espectacular, y no se descarta que, aunque haya sido profundamente restaurado, su valor es incalculable, por lo que no se descarta que, en la subasta del próximo mes de agosto, RM Sotheby’s pueda alcanzar una cifra por encima de los 10 millones de euros.