He de admitir que tengo algunas pedradas importantes. Me pone de los nervios la inexactitud. Por ejemplo que hace unos días se hablara del regreso del automovilismo a Suiza, cuando rallyes y subidas de montaña siempre han estado allí presentes. Y me enfadé mucho también cuando el anuncio del final del programa LMP1 de Porsche derivó en un gran número de titulares como «Porsche abandona el Mundial de Resistencia». La marca alemana sigue ahí y este fin de semana celebró dos nuevas victorias de categoría en Le Mans, GTE-Pro y GTE-Am.
Cierto es que los puristas se seguirán llevando las manos a la cabeza con el triunfo de sendos 911 RSR GTE con motor central, pura herejía. Pero Porsche debía dar el paso para garantizar la competitividad del modelo. Es decir, renunció a sus principios con tal de seguir en competición. Y sin género de duda se puede afirmar que es de esos fabricantes que da más a la competición de lo que realmente recibe.
Cuando echemos la vista atrás dentro de unos años y recordemos las categorías de GT de Le Mans 2018, ¿se acordará alguien de que un Safety Car favoreció al #92 de cara a abrir hueco al frente de GTE-Pro? ¿O de las sucias maniobras de Fred Makowiecki al volante del #91? En absoluto, recordaremos que ganó el ‘Pink Pig’ con Christensen, Estre y Vanthoor al volante y que segundo fue un coche con decoración réplica de Rothmans. Otro tanto ocurre con GTE-Am. Poca batalla hubo, pero ganó el equipo apadrinado por Patrick Dempsey y con algún joven más que prometedor en plantilla (podemos ir apuntando el nombre de Julien Andlauer).
No sólo aporta diez coches en parrilla y tiene una nómina incalculable de pilotos en plantilla, sino que además logra que se hable de ella más allá de las carreras. Aporta ideas distintas (al 919 EVO y sus curiosos boxes en Le Mans me remito). Y eso es algo incalculable. Por supuesto que hubiera preferido una Balance of Performance más equilibrada en GTE-Pro, pero no es menos cierto que le endosaron diez kilos a los 911 RSR GTE tras la clasificación y se adaptaron sin rechistar.
En definitiva, entre tanta loa merecida a Toyota por su perseverancia no está de más acordarse de otra marca que tampoco da la espalda ni a la competición, ni a Le Mans. Surgirán proyectos más atractivos a nivel de marketing, como la Fórmula E, pero en Stuttgart tienen claro que la resistencia siempre deberá ser un pilar fundamental de su propia identidad. Con ellos sí se puede contar.