A mediados de los años 80 del pasado siglo, la FIA se encontraba en una dudosa posición de poder. Ya con el control absoluto a nivel internacional de todo lo que tuviera que ver con el automovilismo, el organismo mundial consolidó su posición en medio de unas luchas internas por la reforma de su sistema. La guerra mediática entre la FISA (raíz deportiva de la FIA) y la FOCA (la asociación de Constructores de Fórmula 1) dio paso a tres carreras boicoteadas por ambas partes: España 1980, Sudáfrica 1981 y San Marino 1982. El enfrentamiento de Ferrari, Renault y Alfa Romeo contra el resto generó tensiones organizativas.
Todos estos desbarajustes se produjeron bajo la presidencia de Paul Alfons von Metternich-Winneburg y seguirían en mayor medida tras la marcha del príncipe alemán en 1985. La sucesión quedó en manos de un hombre polarizante y con pasado controvertido, Jean-Marie Balestre. El francés era el principal mandatario de la FISA desde 1978 y llevó buena parte de la confrontación entre FISA y FOCA por el control de los derechos de la Fórmula 1, que le arrastró a una pelea de poder personal contra Bernie Ecclestone.
Balestre nació en 1921 en Saint-Rémy de Provence, al sur de Francia. Estudiante de Derecho y periodista deportivo, la juventud del noveno presidente de la FIA presenta episodios oscuros. Se mezclan una posible participación en la Guerra Civil española siendo menor de edad (en las Brigadas Internacionales) y lo que él definió como una «infiltración» en las esferas nazis de la Francia de Vichy. Esa infiltración está puesta en duda por la aparición de diferentes fotografías con un uniforme nazi y una firma como Sargento en las SS. Su actividad entre 1940 y 1944 se reduce a operaciones de propaganda dentro de las SS, hasta que es detenido por conspiración.
Es liberado por los aliados al final de la Segunda Guerra Mundial, pero vuelve a ser detenido al intentar entrar en la Resistencia gala y ser denunciado por colectivos judíos. Balestre pasa casi dos años en prisión cuando es liberado en mayo de 1947 y recibiría diferentes condecoraciones nacionales en su país, incluyendo la Legión de Honor en 1968; se dice que compró los documentos que afirman su papel como miembro de la Resistencia. En 1950 fundó l’Auto Journal con Robert Hersant, editor colaboracionista condenado y amigo de antes de la guerra, con quien coincidió en importantes cargos directivos.
Su primera relación con el mundo del automóvil llegó en forma de colaboración para la creación de la FFSA (Federación Francesa del Deporte Automóvil) en 1952. Sin embargo, la mayor contribución de Balestre fue la creación de la CIK (Comisión Internacional de Karting), que regularía los medios de los pequeños vehículos que formarían a los pilotos del futuro. De ahí saltó a mayores cotas, incluyendo la presidencia de la FFSA y de una CSI que renombró como FISA en 1978. Compaginó la parte final de su mandato en la FISA con su labor al frente de la FIA.
Balestre era conocido por ser un hombre de mucho poder que se resistió a dejar ningún tipo de delegación. Su desconfianza amplió la guerra entre la FISA y la FOCA, que concluyó con la distribución de los derechos comerciales a Ecclestone y la gestión deportiva para la FIA. La firma del Pacto de la Concordia en 1981 ayudó a la gestión de unos derechos que se mantiene hasta la actualidad con diferentes actualizaciones y revisiones, aunque sin llegar a un completo cambio del sistema de Balestre y Ecclestone. Otro episodio polémico surgió por las acusaciones de favoritismo hacia Alain Prost después del GP de Japón de 1989, en el que el francés consiguió su tercer título después de la descalificación de Ayrton Senna.
La lucha por un automovilismo más seguro marcó su presidencia, cuyas medidas incluyeron la supresión del Grupo B en el Mundial de Rallys, la prohibición de los motores turbo en F1 y la introducción de los primeros crash test. Balestre cayó en las elecciones de la FISA en 1991 contra Max Mosley, abogado y amigo íntimo de su rival Ecclestone, dejó la presidencia de la FIA en 1993 y se retiraría de la vida pública al abandonar la presidencia de la FFSA en 1996. Siguió vinculado a la FIA como presidente del Senado y de la Academia de Formación de Pilotos, en distintos roles discretos que continuaron hasta su fallecimiento en 2008.