La súbita muerte de Filippo Caracciolo di Castagneto en 1965 planteó nuevas dudas en el seno de la Federación Internacional de Automovilismo respecto la sucesión en la presidencia. Volvieron a hacerse necesarias unas elecciones, en las que surgieron dos figuras importantes: Wilfred Andrews y Amaury de Merode. Andrews era el presidente del RAC británico, mientras Merode ejerció de vicepresidente durante las presidencias de Liedekerke Beaufort y Caracciolo di Castagneto.
Una reñida votación dio como vencedor a Andrews, con Merode siendo vicepresidente por tercer mandato consecutivo. Andrews fue el primer presidente británico al frente de la FIA y simultaneó su labor al frente del club automovilístico nacional, como la mayoría de sus predecesores. El Real Automóvil Club, la principal autoridad viaria y de competición en el Reino Unido, vio el mandato de Andrews a lo largo de tres décadas en las que el motorsport adquirió niveles de popularidad difícilmente igualables en las islas británicas.
El breve mandato internacional de Andrews, de apenas seis años de duración (entre 1965 y 1971), se centró en apartados más relacionados con la evolución del automóvil como vehículo principal para la circulación. No en vano, era también el presidente de la Organización Mundial del Turismo y el Automóvil (OTA) y del Roads Campaign Council, el consejo creado para actualizar la red de carreteras del Reino Unido en los años 50 y 60. Andrews mantuvo relación con los pilotos británicos entre Roy Salvadori y Jackie Stewart y compaginó sus cargos en la FIA, el RAC y demás organismos hasta su muerte en 1975.
Quizá su legado más conocido en el mundo de la competición es la ayuda a la creación del circuito de Silverstone. Usado como una estación de las Fuerzas Aéreas británicas durante la Segunda Guerra Mundial, el RAC alquiló el terreno en el que se encontraba Silverstone en junio de 1948. Andrews puso al frente de las obras a un equipo de 600 operarios comandados por el ex piloto de guerra Jimmy Brown, que instaló balas de paja y cableado suficiente para la celebración del Gran Premio del RAC en octubre, en una ejecución de tres rápidos meses. El doblete de los Maserati de Luigi Villoresi y Alberto Ascari era la apertura racing de Silverstone, que poco después se convertiría en uno de los circuitos más célebres del mundo.