Pocas horas le restan ya a este año 2019, un año de celebración para Porsche, pues se ha cumplido medio siglo desde la creación del 917, el coche con el que consiguieron su primera victoria en las 24 horas de Le Mans y que ha pasado a la historia del automovilismo como uno de los más míticos. Tuvo unos comienzos muy complicados, siendo calificado de indomable por Rolf Stommelen, piloto oficial de la marca en la época. Era un coche muy potente, que a altas velocidades se volvía inestable, tanto en recta como en curva. Jo Siffert lo descartó en su primera carrera, los 1000 kilómetros de Spa-Francorchamps, para volver a una versión anterior del 908, después de dar las primeras vueltas oficiales en los entrenamientos libres.
El coche era potente y rápido, como Stommelen demostró en las 24 horas de Le Mans, consiguiendo la pole por delante de la segunda unidad oficial del 917. Una carrera negra para el nuevo SportsCar de Porsche, ya que ninguno de sus coches acabaron, los dos oficiales por problemas de fiabilidad y el John Woolfe Racing por un accidente al inicio de la prueba, que acabó con la vida del propio Woolfe. Durante la temporada se realizaron más test en circuitos como Nürburgring para conseguir mejorar la estabilidad del coche, actualizaciones que se montaron para la última carrera del Campeonato del Mundo de Resistencia, disputada en el Österreichring (actualmente Red Bull Ring) en agosto de 1969.
Tras el bache inicial, llegó la primera victoria
Con el título de marcas ya decidido para Porsche, los 1000 kilómetros de Zeltweg no tenían la mejor lista de inscritos de la temporada, pero aún así contaba con rivales de renombre para los de Stuttgart como Jacky Ickx, Jackie Oliver, Pedro Rodríguez o Jo Bonnier entre otros. Fue la pareja del Mirage M3 de John Wyer, recientemente coronados vencedores de las 24 horas de Le Mans a los mandos del Ford GT40, quien marcó el mejor tiempo en clasificación, por delante del Lola T70 de Bonnier y Herbert Müller.
Porsche contaba con dos unidades del 917, los chasis #009 y #010, ambos versiones cola corta y estrenados para la ocasión. El primero, propiedad de Karl von Wendt, contaba con Jo Siffert y Kurt Ahrens Jr, mientras que el segundo, de David Piper Racing, inscribió a Richard Attwood y a Brian Redman. Las características del circuito, con una velocidad media elevada, se adaptaban al 917, que marcaron el cuarto y el sexto mejor tiempo en clasificación respectivamente, quedándose el mejor de ellos a menos de un segundo de la pole, marcada por el Mirage de Ickx y Oliver.
Durante los primeros compases de la carrera, Siffert consiguió remontar y superó a Ickx para colocarse líder de la prueba. El Mirage del belga tuvo posteriormente problemas mecánicos (en la dirección del coche) y se tuvo que retirar, mientras que el 917 pintado de blanco con detalles verdes se encaminaba hacia su primera victoria. Siffert y Ahrens se impusieron por más de un minuto y medio de margen al Lola T70 de Bonnier y Müller, mientras que la tercera posición fue para Attwood y Redman, con el coche de David Piper. Un coche que unos meses más tarde se convertiría en el segundo chasis ganador del 917, cuando el propio Piper junto a Attwood se impuso en las 9 horas de Kyalami.
Fueron unos inicios complicados para el Porsche 917, que tuvo que esperar medio año y una temporada completa del Mundial de Resistencia para subir a lo más alto del podio. A partir de ese momento y tras el desarrollo del 917K, se convirtió en uno de los coches más exitosos de la historia del automovilismo, consiguiendo ganar las 24 horas de Le Mans en 1970 y 1971 y provocando un cambio de normativa debido a su dominio. Pero como siempre sucede, la primera victoria siempre es especial. Fue esta en el antiguo Österreichring la que encabeza la larga lista de triunfos del 917, una máquina que despide en el día de hoy su 50 cumpleaños.