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El abuelo del roadbook y por qué Stirling Moss y su copiloto fueron pioneros

Aunque la disciplina de los rallyes se lleva disputando desde el primer tercio del Siglo XX, con el Rallye de Monte-Carlo sin ir más lejos disputándose desde el año 1911, el uso de las notas del copiloto ha ido perfeccionándose a lo largo de los años, e incluso se ha extendido a otras competiciones que si bien no pertenecían a este tipo de disciplina propiamente dicho, sí que se beneficiaron de adaptaciones de dicho sistema de anotaciones y reconocimientos para guiarse en pruebas como la Mille Miglia o la Targa Florio.

Desde el Museo de Mercedes-Benz han querido compartir una de esas historias que explican los inicios del automovilismo, así como de unos sistemas que permitían a los competidores encarar al límite de las monturas ciertas secciones de los recorridos que en muchas ocasiones hubiera ido inviable sin otras referencias que la experiencia y la percepción del piloto. La firma de la estrella concretamente ha mostrado a través de su exposición “33 extras” que actualmente disponen de lo que sin duda podemos calificar como el predecesor de los roadbooks que se emplean actualmente en el Dakar, enduro u otros rally-raids.

Hay que remontarse al año 1955 y aquella victoria conseguida en la Mille Miglia por Stirling Moss y Denis Jenkinson a boro del mítico Mercedes-Benz 300 SLR.A la derecha del habitáculo, Jenkinson portaba un pequeño elemento de aluminio con una pantalla realizada en metacrilato que dejaba leer las notas que había manuscrito en los días anteriores a la disputa de la carrera italiana. En su interior, un mecanismo simple pero ingenioso permitía poder avanzar los dos rollos en los que se encontraba el papel de cinco metros y medio con todas las indicaciones que le iba cantando Denis a Stirling.

 Nuestros detalles de la ruta se habían perfeccionado y los escribí todos en una hoja especial de papel de dieciocho pies de largo. Moss hizo que se construyera una caja de aleación, sobre el sistema de rodillo del mapa, y para nuestra práctica final utilicé este dispositivo, enrollando el papel desde el rodillo inferior hasta el superior. Las notas se leían a través de una ventana de Perspex, sellada con Sellotape en el caso de que la carrera se corriera bajo la lluvia – Denis Jenkinson

Aunque obviamente las circunstancias y el que no hubiera los intercomunicadores actuales dentro de los cascos (antiguamente hasta llegaron a emplear embudos para que el copiloto pudiera trasmitirle la información al piloto y que su voz no se viera tapada por el ruido del motor que se colaba en los habitáculos debido a la pobre insonorización), así como el hecho de competir en un vehículo no cerrado, le llevó a implementar un sistema de 15 señales con las manos para indicarle el grado de dificultad de la siguiente curva así como la aparición de posibles peligros. Obviamente este sistema de rollos permitió esa utilización de las manos a Jenkinson, que no tuvo que pasar páginas del cuaderno.

Estuvimos de acuerdo en que era un método mejor que cualquier otro para la comunicación, después de haber probado micrófonos abiertos, ‘micros’ de garganta y otros métodos – Stirling Moss

Esto le dio confianza al británico, el cual fue capaz de establecer un récord que obviamente no sería nunca más superado debido a la desaparición de la prueba. 10 horas, 7 minutos y 48 segundos, lo que supone que Moss y Jenkinson ganaron la Mille Miglia a una velocidad promedio de 157,6 km/h. Actualmente, el elemento original de este ‘roadbook’ se conserva en perfecto estado, mostrado todavía las últimas notas que precedían la llegada a la meta de Brescia, casi como ese reloj que se cayó y en el que quedó marcada el momento exacto en el que se rompió por medio de sus manecillas.

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Iván Fernández

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