Puede resultar lógico si nos fijamos en cómo está escalonado actualmente la industria automotriz, con la hibridación ligera ocupando esa posición inmediatamente por debajo de los híbridos auto-recargables. Si los World Rally Cars dejarán paso a los Rally1 híbridos en 2022, la FIA ya ha confirmado que los R5 y Rally2 también recibirán unos nuevos sistemas de apoyo eléctrico de cara a su nueva homologación en 2023.
De esta forma, la segunda categoría de los rallyes internacionales recibirá un sistema de 48 voltios que en principio debería ofrecer 10 CV de potencia extras de forma puntuales, así como reducir las emisiones contaminantes, ya que en este caso el sistema Mild-Hybrid no debería destinarse a utilizarlo para alimentar a los sistemas auxiliares, climatizador o infoentretenimiento como ocurre en algunos vehículos de producción, sino que su intención sería la de asistir al motor térmico a través de un motor de arranque/generador en momentos de una mayor exigencia.
No se han dado muchos detalles acerca de cómo será el sistema completo, y por el momento lo único que se ha dejado entrever es que se podrán utilizar distintos kits “listos para usar”, por lo que se deja abierta la opción a que haya distintos suministradores admitidos siempre que cumplan con unos estándares. En este caso, aquellas empresas que puedan decidir desarrollar el suyo propio (Cosworth, Magneti Marelli, McLaren Technologies o Williams Engineering por poner algunos ejemplos muy conocidos) obviamente no tendrán que afrontar los mismos costes que con un sistema como el que llevarán los Rally1 híbridos enchufables, además de que el número de unidades producidas de R5 y Rally2 es muy superior.
Además de reducir las emisiones, el objetivo claro es demostrar cómo se puede transferir la tecnología existente de los automóviles de carretera al campo del motorsport, en lugar del sistema híbrido ‘plug-in’ (enchufable) orientado al rendimiento que se está desarrollando para el Rally1. El Departamento Técnico de la FIA está discutiendo un conjunto de reglas con el objetivo de controlar los costos y gestionar las posibles diferencias de rendimiento entre los diferentes sistemas híbridos ‘listos para usar’ que se utilizarán.
Queda por conocer además de todos los entresijos económicos de compra y mantenimiento que puede suponer el implementar un sistema como este en un coche de competición que está en torno a los 200.000 euros a estrenar, y que baja a los 135.000 euros en su mercado de segunda mano. Obviamente el desarrollo que se pueda dar a esta tecnología en los próximos dos años ayudará a su control de costes y a un mejor desempeño.
Vía | DirtFish