El 12+1 siempre ha sido un número muy ligado al motociclismo, especialmente por esa costumbre que siempre tenía Ángel Nieto por evitarlo. En el automovilismo también se trata de un dorsal que se suele esquivar, algo que lo suele dejar vacante en las listas de inscritos y en la elección del número a utilizar para cada temporada. Eso también se aplica al Rally Dakar 2023, donde no tenemos un motard que porte el dorsal #13, respetando por tanto la superstición. Otros competidores, como es el de Laia Sanz, llegaban a la edición de este año inevitablemente ligada a él.
Y es que para la catalana era su decimotercera participación en la carrera (11 en motos, dos en coches) y por tanto, trataría de alcanzar por 13ª vez consecutiva la meta. Con la aparición del proyecto Astara, sumado a una gran evolución en la temporada del Extreme E, así como la posibilidad de que en el horizonte surgieran proyectos muy prometedores para tratar de pelear incluso por metas mayores, se trataba quizás uno de los meses de enero más especiales para Laia, sin embargo, la situación comenzó a torcerse muy pronto.
Fue durante la quinta etapa, la cual transcurría en torno a la localidad de Ha’il cuando Laia y su copiloto Maurizio Gerini sufrieron un espantoso accidente para que todavía no han encontrado una explicación. Ambos resultaron ilesos, pero el Astara 01 Concept quedó prácticamente destrozado después de dar cinco vueltas de campana y a la propia pluricampeona del Mundo de Trial y de Enduro se le notaba el nerviosismo y la impotencia de tener que esperar y no depender de sí misma.
Pronto aparecieron a lo lejos Sergio Vallejo y Mario Tomé, ya alertados por Diego Vallejo (retirado después del accidente sufrido en la etapa 1 junto a Óscar Fuertes) de la situación de Laia. Para entonces, tanto Maurizio como ella ya habían retirado parte de los elementos que eran susceptibles a ser desmontados para favorecer la tarea de reparación. Javier Jacoste y sus compañeros en el camión de Astara también llegaban con la lección aprendida, más o menos teniendo en la cabeza el orden de prioridades a la hora de comenzar a trabajar sobre el buggy.
El resultado fue que finalmente Laia no tuvo que recurrir al Dakar Experience para seguir en carrera. Llegaron a meta, rozando en este caso ‘fuera de control’, pero con la ayuda de Sergio Vallejo y de Mario que la guiaron a través de la oscuridad después de que el Astara hubiese perdido los faros en las vueltas de campana. La ilusión por seguir la racha y terminar su 12+1 Dakar consecutivo sigue muy vigente, y mañana, en la novena etapa y en una más que meritoria 39ª posición, Laia pondrá la primera de las seis piedras que quedan para llegar una vez al podio de la ceremonia final.