10 de enero de 2021. Con la acción del Rally Dakar por todo lo alto, el vivac se despertaba con la trágica noticia del fallecimiento de Hubert Auriol después de haber sufrido un accidente cardiovascular. La carrera perdía a una de sus leyendas, al también conocido como “el Africano”, uno de esos nombres propios de la competición que tantas hojas doradas había escrito en la historia de la carrera. Menos de dos años después, el Dakar se ha vuelto a teñir de luto para decir adiós a uno de los grandes: René Metge.
A los 82 años de edad, el tres veces ganador en coches de la carrera en 1981, 1984 y 1986 ha fallecido este 3 de enero dejando tras de sí una huella imborrable en la carrera que está a punto de comenzar, la misma de la que fue director tras la desaparición de Thierry Sabine tras su accidente en helicóptero. Nacido en Montrouge, era uno de esos pilotos multidisciplinares franceses a los que no les asustaba para nada el saltar de una disciplina a otra, algo que se tradujo precisamente en sus participaciones en las 24 Horas de Le Mans, prueba en la que llegó a terminar séptimo en 1986.
Piloto Porsche oficial en la carrera, también compitió al volante de un Range Rover (con la icónica librea de vsd), montura con la que llegó a conseguir uno de sus tres tuaregs. Tras abandonar la competición en activo y después de cesar sus funciones a los mandos del Rally Dakar, fue uno de los pilares del proyecto conocido como Africa Eco Race junto a Jean-Louis Schlesser con el que se quería mantener el espíritu del Dakar africano, proponiendo en este caso una alternativa mucho menos en el foco mediático con el que se mantuviera la carrera con esa filosofía más amateur sobre las trazadas dejadas por la icónica carrera organizada por ASO y sin sufrir por tanto la presión de los grupos terroristas que llevaron a que la carrera original saliera hacia Sudamérica.
En aquel entonces, los tanques de combustible tenían una capacidad limitada, por lo que había que prestar atención al consumo de combustible. Había que cuidar los neumáticos y la presión de los neumáticos. Había que adaptar la conducción a las diferencias del terreno. En ese momento no teníamos GPS. Nos basábamos en una pequeña brújula, que no era muy precisa. Por ejemplo, si estuvimos siguiendo un rumbo de 10 grados durante un tiempo, al cabo de un tiempo necesitábamos cambiar el rumbo 20 grados para compensar las deficiencias de la brújula. Tuve un excelente navegante, Bernard Giroux, que se familiarizó bastante bien con la navegación. En realidad, diría que fue un navegante excepcional. Realmente tenías que ser inteligente y usar tu cerebro si querías un buen resultado. Tuve la suerte de poder contar con muy buenos compañeros – René Metge a Overfinch