Creo que pocos eran los que estaban de acuerdo con aquella idea loca acerca del Shootout en el que estuvo trabajando Jost Capito. Este nuevo formato de rally implicaba prácticamente que los pilotos llegaran a la última jornada con diferencias exiguas, rectificando la renta que habían conseguido consolidar durante las dos primeras etapas para alimentar artificialmente la emoción en un último tramo en el que los pilotos se jugarían en un mano a mano las diez primeras posiciones.
Esta solución fue afortunadamente desterrada, en parte porque Jean Todt no quiso ni tan siquiera hablar sobre la posibilidad cambiar lo que se considera el ADN de una de las disciplinas más longevas del automovilismo. Tras consolidarse los nuevos World Rally Cars a pesar de las dudas que rodeaban a este concepto desde su anuncio, el promotor del Campeonato del Mundo busca nuevas formas de conseguir atraer a más fabricantes, patrocinadores y nuevos aficionados, en definitiva, de conseguir más dinero con el que hacer crecer unas series que cuentan ahora con unos cimientos sólidos, pero que observa detenidamente los cataclismos sucedidos en el WEC y WTCC a través de sus ambicioso y costosos reglamentos, así como el reclamo que supone la tecnología eléctrica para las marcas que han respondido a la llamada de la Fórmula E o del futuro e-WRX.
Oliver Ciesla y Jarmo Mahonen han defendido durante las últimas semanas una serie de medidas que pretenden dar cabida a un mayor número de rallyes en el calendario a través de la reducción de otros costes, entre los que nos encontramos los numerosos kilómetros de enlaces a realizar, los tiempos de un rally (enormes para los equipos si tenemos en cuenta montaje, reconocimientos y carrera) o el enorme presupuesto que requiere el mantenimiento de los actuales WRC. Prácticamente se da por hecho que el calendario crecerá hasta las 14 pruebas en la temporada 2019 y se quiere llegar a las 16 de cara a 2022. Obviamente estos costes indirectos de la competición son un gran inconveniente para la expansión global del campeonato, por lo que ha empezado a cobrar fuerza durante el último año la opción de reducir los días de competición.
Al menos así los reconoce el propio Oliver Ciesla. La posibilidad de que entren Chile y Japón en 2019 es alta y esto obligaría a hacerles un hueco en el calendario suprimiendo una de las citas eruropeas. La distribución actual comienza con los equipos encarando el shakedown la mañana del jueves y disputando la primera superespecial esa misma tarde. A partir de ahí son tres etapas, las cuales terminar el domingo al mediodía con la disputa de la Power Stage. ¿Qué día sería el eliminado? Viernes y especialmente el domingo tienen todas las papeletas.
No se quiere coincidir con el Gran Premio de Fórmula 1, por lo que extender la competición el domingo también por la tarde no parece la decisión más correcta, mientras que limitarlo a sábado y domingo la disputa de las pruebas significa que se eliminará a una buena parte de los aficionados o interesados que no pueden acercarse fuera del fin de semana. No se va a renunciar a las SSS del jueves ya que estamos ante una de las formas que tienen los organizadores para llevar los rallyes a grandes urbes, por lo que parece que hay un problema subyacente en todo ello.
No excluimos acortar los rallyes, pero lo miro dentro de un contexto aún mayor estratégicamente de 14, 15 o 16 rallyes. Si hablamos de acortar uno o dos rallyes, esto no supondrá una gran diferencia, pero si recortamos todos ellos, entonces puede ahorrar 15 o 16 veces los gastos de un día. Por lo tanto, estamos hablando. No hay una fecha fija para esto.
Según recoge Autosport, algunos organizadores ya se han mostrado a favor de recortar sus pruebas a eventos de únicamente dos días, regresando a un formato que ya utilizó el Rally de Finlandia entre 2010 y 2013. La pregunta viene ahora, ¿es la única forma de avanzar o un gran paso atrás? Obviamente el recorte de costes para llegar a nuevas zonas es una gran noticia, siempre y cuando los rallyes sean llevados a lugares en los que haya un mínimo interés por parte de los aficionados y no únicamente un deseo comercial como el que nos hemos encontrado con China. Si estamos privando que los fans puedan seguir la carrera el domingo por la mañana, único día que muchos tienen libre de compromisos laborales, para llevar al WRC a lugares desérticos de espectadores a pie de cuneta, no tiene ningún sentido.
¿Es el camino el hacer rallyes con cada vez menos kilómetros cronometrados? Nunca he estado a favor de eliminar esa variable de resistencia del Mundial de Rallyes. Es cierto que no es necesario regresar a pruebas con más de 400 km cronometrados, pero tampoco me parece que sea el camino el de rebajar los itinerarios competitivos a sólo 250 kilómetros. Tal vez habría que trabajar más en conseguir permisos con las autoridades para tener a disposición ciertas carreteras o pistas para hacer recorridos mucho más compactos, sin la necesidad de tener que acumular cientos de kilómetros en distancia de enlaces.