El Gran Premio de Sao Paulo devolvió a Max Verstappen a la senda de la victoria. El holandés, que firmó una actuación de las que marcan época, no ganaba desde el Gran Premio de España a finales del mes de junio.
Pese a no dar esa sensación por protagonizar una constancia incansable, Verstappen se había involucrado en la difícil misión de defender un margen de puntos sin disponer ya del mejor monoplaza de la parrilla, tras el salto hacia delante de McLaren, con Lando Norris a la cabeza. No obstante, la falta de experiencia en estas situaciones del británico, sumado a la pillería y letalidad del tres veces campeón del mundo en momentos críticos, han hecho de esa misión una realidad más cómoda de lo esperado.
Y es que la actuación de Verstappen en Interlagos es un golpe encima de la mesa, en todos los sentidos posibles. Matemáticamente aumenta la distancia todavía más respecto a Norris, pero anímicamente la distancia ha incrementado también. El piloto de McLaren tenía la pole y se había mostrado cómodo todo el fin de semana, protagonizando grandes actuaciones tanto en clasificación como en la carrera al sprint. Por su parte, el piloto de Red Bull no se había mostrado cómodo en suelo brasileño en ningún momento y con la penalización por cambiar motor le relegó a salir en decimoséptima posición.
Con todo en contra, Max frotó la lámpara y sacó el genio que lleva dentro para adelantar hasta 10 coches en las primeras vueltas para colarse en el Top 8 de carrera, mientras Norris había cedido la primera posición a George Russell en la salida. Con una gestión impecable de la carrera, Verstappen supo aprovechar la bandera roja provocada por el accidente de Franco Colapinto para colocarse en segunda posición y hacerse posteriormente con el sólido liderato de la carrera rebasando al Alpine de Esteban Ocon, por su parte Norris se estancó en la sexta posición en la que finalizó la prueba.
Un piloto con necesidad de recortar puntos, con la pole, y todo de cara, acaba sexto. El otro necesita parar la sangría, sale decimoséptimo, y gana la carrera en condiciones de extrema lluvia, con una actuación sobresaliente. Esta declaración de intenciones en toda regla ha sentado como un bálsamo en Red Bull, y a través de Helmut Marko, han alabado la labor de Verstappen para sanear una situación que se había puesto cuesta arriba.
«Ayer Max (Verstappen) estaba en su propio mundo. Cuando consiguió rodar en solitario, volaba. Sus maniobras de adelantamiento en carrera fueron sensacionales, en especial cuando la carrera atravesó el momento de máxima lluvia», explicaba el Dr. Marko.
Red Bull ve la lucha por el título sentenciada a falta de tres pruebas. El momento de forma de Verstappen, así como su estado actual de confianza han dado argumentos de sobra al equipo de la bebida energética para confiar en que su piloto será tetracampeón del mundo. Con 62 puntos de diferencia respecto a Lando Norris, Helmut Marko, lo tiene más que claro.
Su control sobre el monoplaza es increíble, especialmente en lluvia. Tiene la sensación de que el límite está mucho más allá de lo que parece, respecto al resto de pilotos. Fue una carrera que me recordó mucho a su actuación aquí en 2016, también partía de la decimoséptima posición, y llegó al podio. Ahora es prácticamente campeón del mundo de nuevo, y lo tiene ya al alcance su mano – Helmut Marko a Sky Germany