No se puede negar que este año la Fórmula 1 nos está sorprendiendo por la gran cantidad de trucos que está habiendo entre bambalinas y que han levantado suspicacias en el resto de competidores. Comenzamos en Bakú con el alerón posterior de McLaren y su mini-DRS. El monoplaza naranja papaya tenía la capacidad de flectar los laterales del plano superior como para encontrar una posición en la que generase menos drag incluso cuando el dispositivo no estaba accionado. No sería el único elemento que levantaría suspicacias.
Llegamos a la primera carrera después del parón, en Austin y los equipos llegaron sospechándose de que había alguna escudería que tenía la posibilidad de variar la altura de la quilla fácilmente desde el habitáculo y en condiciones de régimen de parque cerrado. No tardó demasiado Red Bull Racing en levantar la mano y reconocer que el dispositivo del que se estaba hablando era suyo, aunque defendió que no se podía emplear sin que el monoplaza estuviera sin ensamblar, algo que, sin lugar a dudas, de ser así, limitaba mucho la función del mismo.
La ‘nueva’ triquiñuela en la Fórmula 1:
Tras estas dos entregas, el Mundial ha viajado a Brasil y en menos de dos meses ha sufrido lo que en principio es su tercera polémica técnica que implica a dos de las tres escuderías que están peleando por el título de constructores, precisamente las dos a las que pertenecen Max Verstappen y Lando Norris. Concretamente, el medio alemán, ‘Auto Motor und Sport’ publicó este sábado que al parecer había sospechas de que algunos equipos podrían estar empleando agua inyectada dentro de sus neumáticos a través de las válvulas, con el objetivo de combatir el sobrecalentamiento de las gomas en carrera.
En este caso vuelve a ser Red Bull Racing la que estaría señalando a alguno de sus rivales, sospecha que parece que también afectaría a McLaren, un rumor que empezó a correr como la pólvora especialmente después del fin de semana de Singapur, cuando aparentemente se pudieron ver algunas llantas con líquido en su interior según algunas fuentes.
Según estas suspicacias, se estarían empleando inyecciones de agua (u otro líquido) a través de las válvulas antes de montar las ruedas en los coches, manteniendo de esta forma la temperatura baja especialmente en carrera, logrando de esta forma una mejor gestión del neumático al evitar el sobrecalentamiento que por ejemplo han sufrido en ocasiones los Ferrari (especialmente con el blando a una vuelta) y los Red Bull.
Sin embargo, el equipo que lo estuviese haciendo debe tenerlo muy claro, ya que la presión puede ofrecer un comportamiento distinto con la evaporación del líquido, así como lo que supondría tener más más masa no suspendida.
El artículo 10.8.4 establece que: “Los neumáticos sólo podrán inflarse con aire o nitrógeno” y “está prohibido cualquier proceso cuyo objetivo sea reducir la cantidad de humedad en el neumático y/o en su gas de inflado”. Por el momento no ha habido ninguna confirmación de que se haya encontrado alguna evidencia de que alguna escudería esté trabajando con este tipo de ‘argucias’, y la FIA ha estado muy atenta especialmente después de la carrera al Sprint disputada este domingo en Interlagos: «Se revisaron los neumáticos utilizados por todos los pilotos durante la carrera al sprint de hoy».
En el caso de Red Bull, la situación no es novedosa para ellos. En el pasado la escudería con sede en Milton Keynes al parecer ya hizo experimentos con este tipo de trucos, aunque en ese momento no estaba prohibido por la directiva técnica. Ahora, Red Bull Racing sospecha que esto podría explicar ligeramente ese paso atrás que dieron en el equipo respecto a sus rivales desde el Gran Premio de Miami, momento en el que McLaren destapó un rendimiento que no se había visto hasta entonces, especialmente en tanda larga.