Hoy era el día elegido por Citroën Racing para realizar un nuevo test con Sébastien Loeb al volante del C3 WRC. En esta ocasión, el alsaciano elegía la tierra de la zona de Girona para ponerse a prueba al volante de uno de los nuevos World Rally Cars y además ayudar con su feedback al equipo de los dos chevrones con los reglajes para el próximo Rally de Catalunya 2017. Mientras el nueve veces Campeón del Mundo de Rallyes se piensa qué será de su programa para la próxima temporada, TOTAL ha mostrado al gran público las capacidades de Loeb al volante de las distintas monturas del equipo SLR.
Recordemos que hace un par de semanas, Loeb estuvo presente en Turckheim con tres de las unidades historias que la estructura Sébastien Loeb Racing tiene en propiedad: Peugeot 208 T16 PPIHC, Peugeot 306 Maxi y Citroën C4 WRC. Tras cuatro años sin salir al volante de un coche de competición por las carreteras de Alsacia (la última vez no terminó demasiado bien), Sébastien regresaba por todo lo alto, con motivo de la cita del Nacional de Montaña que se disputa cerca de esta localidad de apenas 10.000 habitantes.
Allí, Loeb rememoró historias del pasado y sensaciones sentado en alguno de los coches más especiales de su carrera deportiva. Entre ellos el Peugeot con el que asaltó el récord de la Subida a Pikes Peak. El francés, que reconoce que no le gusta madrugar, admitió que tuvo que levantarse durante tres semanas en Colorado a las cinco de la mañana para poder entrenar la carrera antes de que la carretera que lleva a la cima de la montaña se abriera al público. Mereció la pena, ya que el domingo de carrera, el día de la verdad, Loeb fue capaz de establecer un meteórico crono de 8 minutos y 13,878 segundos que difícilmente será batido en años venideros. Seb avisa, si alguien es capaz de batir su registro, entonces tendrá que regresar a la Subida norteamericana con un nuevo coche.
Ya lo habíamos visto rodar en el pasado con el 208 T16 PPIHC (su adquisición más reciente), por lo que la onboard nos trae bellos recuerdos, al igual que el Citroën C4 WRC, coche que sin duda es su coche de rallyes favorito para la tierra, tal y como reconocía el propio Loeb en una entrevista concedida a Red Bull. Un coche que llegó a sus manos tras el Rally de Gales de 2010 en el que consiguió el título Mundial, el séptimo de su carrera. El equipo Citroën no tuvo otro remedio que regalárselo. Por su parte, el 306 Maxi es un sueño de adolescencia para Sébastien, precisamente cuando comenzaba su carrera al volante de los destartalados Peugeot 106 y justo frente a él Giles Panizzi y François Delecour salían a los tramos a volar con el Kit Car. Un sueño que sólo pudo cumplir cuando abandonó la firma de los dos chevrones…