Fue una de esas etapas para olvidar. Una que todo dakariano que se precie habrá vivido al menos una vez en su vida. Sébastien Loeb y Daniel Elena partieron ayer a la sexta etapa a las 09:04h UTC. Sería en torno a las 23:50h cuando la pareja nueve veces Campeona del Mundo de Rallyes llegaba a la meta de una jornada que apenas tenía 348 kilómetros cronometrados. Tras de sí se había quedado una jornada agotadora de casi 14 horas en la arena, teniendo que disputar toda la etapa desde el WP1 hasta el final en medio de la absoluta oscuridad de la noche.
A través del GPS se podía ver al vehículo de la categoría T5, el dorsal #532, pilotado por Rafa Tibau, el cual está haciendo de asistencia del equipo Bahrain Raid Xtreme, desviarse de la ruta de la etapa y buscar la carretera para encontrarse con el resto del equipo y obtener las piezas que podían necesitar Loeb y Elena para reparar su BRX Hunter T1 en el punto kilométrico 97. «Tranquilos, estamos bien, esperamos para reparar. No nos rendiremos, seguid contando con nosotros para ganar este Dakar«, comentaba con sorna Daniel Elena en sus redes sociales mientras que en la foto se veía al alsaciano hablando por teléfono con el equipo.
No era la jornada soñada después de más de nueve horas parados en mitad de la nada, tras tres de las seis etapas en las que han acumulado en cada día hasta tres pinchazos… y mucho menos después de una penalización que escoció mucho a Sébastien. A más de uno seguro que se nos vino a la cabeza el final de la edición 2019, cuando Loeb dejó entrever que la aventura se había acabado y que tardaría en volver al Dakar. Dos años después está de nuevo en carrera y a pesar de los infortunios quiso tranquilizar a todos sus seguidores: “…el objetivo siempre será ganar este rally algún día”.
Llegaron cuando gran parte del vivac descansaba, incluso los mecánicos, los cuales disponían de la jornada de hoy para poner a punto las monturas. Habían hecho gran parte de la especial de noche, algo a lo que no estaba habituado Loeb en sus cuatro experiencias anteriores en las que siempre llegaba de día al vivac, algo difícil de asumir cuando en el primer parcial se encontraban en tiempo de cabeza para luchar por la victoria de etapa. Sin embargo, el primer problema de fiabilidad se dio en su unidad, con el triángulo de la suspensión trasera izquierda partido en dos después de una sucesión de pequeños baches.
Quizás lo que más frustró ayer a Loeb y Elena es que por un error de marcado no disponían de la pieza que necesitaban en el camión, por lo que tuvieron que precisamente Tibau fuera hasta el vivac y recogiera los elementos necesarios para afrontar una reparación que cuando contaron con el repuesto adecuado, apenas duró 20 minutos. Errores “tontos” que ponen en relieve la realidad de que el proyecto llegó a su primer Dakar (su primera carrera), con el tiempo justo.
Primera semana de críticas a la organización:
Pueden tener más o menos razón, pero sabes que para tu imagen como organizador no es una buena noticia que Carlos Sainz, Sébastien Loeb o Stéphane Peterhansel lanzan públicamente críticas al recorrido diseñado o a tu profesionalidad. Aunque Seb no ha insistido en lo ocurrido con los comisarios, sí que ha seguido los pasos de sus excompañeros en Peugeot Sport y se ha mostrado crítico con el formato de carrera y con el recorrido de esta edición.
Es bastante complicado porque las pistas no son realmente visibles. Seguimos las pistas y llegamos al punto donde desaparecen y hay muchas marcas que van por todos lados y no sabemos qué hacer. Así que estamos pasando de un punto a otro en muchas áreas rocosas y no es divertido conducir. El tiempo que perdimos estábamos en pista, por lo que es bastante difícil entender qué hacer. No quiero criticar el roadbook. Esta es más una pregunta para el copiloto, pero honestamente puede ser el terreno diferente, pero en comparación con la carrera en América del Sur, la navegación es mucho más agresiva este año. La verdad es que como piloto no puedo marcar la diferencia. Hago lo que me dicen que haga. Es la carrera de los copilotos, no la carrera de los pilotos – Sébastien Loeb
Una historia de amor y odio para Loeb con el Dakar:
Se lo planteó como un reto más en su carrera deportiva. Después de correr en Pikes Peak, el WTCC y su aparición en GT’s, el alsaciano quiso hacer borrón y cuenta nueva. En noviembre de 2015, entre lágrimas, se despedía en Losail del equipo Citroën Racing, el mismo con el que se había coronado en nueve ocasiones Campeón del Mundo de Rallyes, el mismo que le había acompañado desde sus inicios en el WRC. Apenas llevaba dos etapas luciendo los colores de Peugeot Sport en el Dakar 2016 cuando Loeb y Elena lograban su primera victoria de etapa con el Peugeot 2008 DKR16. Para la quinta jornada ya habían sumado tres triunfos parciales.
Fue el octavo día cuando llegó el primer gran error de Seb en el Dakar, con un vuelco en el cauce de un río seco en el que el buggy francés quedaba muy dañado. Conseguirían reparar lo que pudieron y cruzar la meta con más de una hora perdida, algo que les hacía renunciar a la primera plaza de la general, para que un día después, perder toda opción de acabar entre los cinco primeros al quedarse atrapado en la arena. Noveno, cuatro victorias de etapa y la sensación de que Loeb terminaría siendo el elegido por el Dakar para ser su ganador.
Ya con el Peugeot 3008 DKR entre manos, Seb y Daniel completaron en 2017 su mejor Dakar hasta la fecha, luchándole a Stéphane Peterhansel el rally hasta los últimos kilómetros con cinco victorias de etapa. Incluso se le llegó a preguntar a Bruno Famin si emularía a Jean Todt y se sacaría una moneda de 10 francos para decidir entre los dos pilotos franceses como ya ocurriera con Ari Vatanen y Jacky Ickx. Finalmente fueron 313 segundos los que le dieron el 13º tuareg a Monsieur Dakar, el último que ha conseguido hasta la fecha.
En 2018 seguramente su año para olvidar. Apenas llegaron a la quinta etapa, justo el día posterior a conseguir su primera victoria, situándose segundos de nuevo detrás de Peterhansel. La caída en un agujero en el kilómetro 5 de la sexta etapa dejaba fuera de combate a un Daniel Elena que tras pasar por los médicos era diagnosticado con una fractura de coxis. Antes de la prueba habían dicho que esa seguramente iba a ser la última oportunidad real de victoria… Terminaba demasiado pronto, con la imagen de ambos tumbados sobre la arena y con el monegasco tratando de encontrar una posición que le rebajase el dolor. GAME OVER.
La edición de 2019 comenzó muy bien para la pareja Loeb/Elena, con victoria en la segunda etapa, la que unía las localidades de Pisco y San Juan de Marcona con la que se ponía a menos de dos minutos del liderato. La carrera avanzaba y su participación con el 3008 DKR privado parecía más que prometedora hasta que un error en el RoadBook les hizo dejarse en total de casi 43 minutos en la tercera jornada que unía San Juan de Marcona y Arequipa. En aquel momento, el experimentado copiloto monegasco era el que se despachaba a gusto y en redes sociales mandaba un mensaje público: “me quedo por Sébastien Loeb”.
Salimos para una nueva etapa… sin motivación alguna. Que sepáis todos que si estoy en el asiento esta mañana es por Seb y por nuestra amistad, por nuestros patrocinadores, por el equipo y por vosotros, los fans. Cuando cometo un error lo reconozco. Siempre lo he reconocido y puedo estar orgulloso de ser alguien hecho y derecho. Estoy enormemente decepcionado de ver que las personas que gestionan un evento del renombre del Dakar son incapaces. Soy un novato quizá según ellos en raids. ¿Y mis colegas expertos que vieron igualmente ese error en el RoadBook? Que sepan, señores organizadores, que mi cabeza ya no está aquí sino en el Monte y que mis próximos meses de enero no los pasaré ya aquí sino en el Africa Eco Race, porque sí, vuestra disciplina es muy bella – Daniel Elena
Conseguirían reponerse, y tirando de rabia se llevaron la quinta etapa del Dakar 2019 metiendo más de 10 minutos al segundo, Nasser Al-Attiyah, situándose quinto a más de 40 minutos del liderato del qatarí. Incluso repetirían un día más tarde, en las dunas de Tanaka que le habían costado el abandono un año antes. Parecía que el enfado les había dado alas. La novena etapa sería el punto de inflexión que les llevaba a volver a hundirse, llegando a meta con 1 hora y 15 minutos cedida tras tener que cambiar la transmisión en una etapa en la que venían dominando los parciales. Para el recuerdo quedan las palabras de Loeb en ese momento, esperando a la asistencia después de romper la transmisión de repuesto: “Hemos sido los más rápidos en todas las etapas, pero no hemos conseguido llegar hasta el final de cada una de ellas. No voy a decir que nunca jamás, pero ya está, he tenido suficiente”. Dos años después, volvió.