Nada parecido a lo que habían hecho hasta ahora. Ya ha pasado más de un mes desde que Romain Dumas y Volkswagen Motorsport asaltaran la montaña de Tianmen para conseguir un nuevo registro. En este caso parecía más relevante no el “cuánto” tardaban en alcanzar la meta, sino el “cómo” lo debían hacer ya que el Volkswagen ID. R estaba lejos de ser la montura perfecta para enfrentarse a la tortuosa subida plagada de horquillas y de unos baches que venían ya implícitos en su construcción de losas dispuestas de forma transversal.
Es por ello que tiene incluso más mérito que el prototipo eléctrico de los de Hannover haya sido capaz de lograr alcanzar completar un recorrido que se aleja mucho de su escenario predilecto, con el francés obligado a cambiar prácticamente en cada momento la posición de las manos para afrontar los giros más cerrados y estrechos. Especialmente la última sección, con paso incluido por debajo del puente en una de las carreteras más peculiares que seguramente se puedan encontrar a nivel planetario.
La capacidad de aceleración, el efecto túnel y la presencia de lo que en Alemania se conoce como Hinkelstein en los caminos militares. Todo ello crea una sensación de claustrofobia a la que Romain tuvo que añadir además la falta de oxígeno por la altitud y a la que decidió combatir como en el Pikes Peak con el soporte de una botella auxiliar.
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