Admito que he esperado unos cuantos días para exteriorizar alguna opinión acerca del Salón de la Fama propuesto por la FIA ya que tenía la remota esperanza de que tras la ceremonia oficial se emitiera un comunicado para profundizar en el proceso de selección o que alguien explicara las razones para ignorar a los precursores de la Fórmula 1 en la primera exaltación de algunos miembros. Ayer, mi compañero Eloy expresó su opinión al respecto y hoy quisiera compartir la mía. A estas alturas, este Salón de la Fama me luce como un remedo, una parodia de aquellas organizaciones, la mayoría norteamericanas, que establecieron recintos para venerar a los mejores exponentes de su ámbito. Si la FIA ha querido agasajar a los campeones de Fórmula 1, que a su vez conforman su selecto séquito protocolar o fungen como colaboradores a nivel de medios, ha debido utilizar otras formas y no hacer esa fantochada.
Cierto es que disciplinas como el béisbol, baloncesto, fútbol americano, boxeo y hasta el Rock and Roll, poseen un Salón de la Fama y la iniciativa de establecer uno del deporte motor es plausible, pero lo que han hecho los representantes de la FIA es algo muy alejado de algún criterio de selección medianamente decente. Un organismo regulador no debe tener la potestad para decidir y es aquí donde todo esto se tambalea y se derrumba. Si solamente se tomaron en cuenta a los pilotos campeones de la Fórmula 1 como primeros miembros del Salón de la Fama, discriminaron por simple capricho a todos aquellos que además de originar la categoría estandarte de la FIA, contribuyeron a enaltecerla.
Sir Stirling Moss, Rudolf Caracciola, Tazio Nuvolari, Enzo Ferrari, Ricardo Rodríguez, Jacky Ickx, Ronnie Peterson, Wolfgang von Trips, Bruce McLaren, Gilles Villeneuve, Malcolm Campbell, Elizabeth Junek, Bernd Rosemeyer, Colin Chapman, Achille Varzi, Jochen Mass, Louis Chiron, Luigi Fagioli, Gordon Murray y Bernie Ecclestone, por nombrar unos pocos, al parecer no reúnen los méritos. Para la actual FIA, entonces ninguno de ellos se podrá incluir en su selecto salón de celebridades ya que no fueron pilotos campeones. Y aunque la ceremonia inaugural se realizó en la biblioteca del Automobile Club de France, sitio donde en la década de 1940 se redactó el reglamento de Fórmula 1, ni una referencia se hizo hacia aquellos que tuvieron el valor de mantener con vida las carreras en esa época tan crítica. Jean Todt ha perdido una gran oportunidad de hacer algo bien en su gestión. Al parecer, a sus asesores apenas le alcanzó el sentido común para copiar y pegar el concepto de Salón de la Fama norteamericano hasta sus primeras líneas.
Según Todt, el Salón de la Fama de la FIA se ha creado para destacar los valores del deporte del motor y a los campeones como ejemplo de compromiso, integridad, respeto y deportividad… En este caso no existe un reglamento para determinar elegibilidad, ni comité de selección, ni proceso de votación. Entonces por qué razón nombrar Salón de la Fama a algo cuando apenas se trata de rendir culto a un grupo mediante decisiones arbitrarias. Fue una reunión entre amigos afines a Todt y a los intereses que representa. Es que resultó tan descarado el agasajo que entre los campeones no se observó a Niki Lauda, Nelson Piquet, Kimi Räikkönen, Keke Rosberg o hasta el mismo Lewis Hamilton, quien al parecer tenía asuntos más interesantes que atender.
El arquetipo de Templo de Inmortales es el Salón de la Fama del Béisbol ubicado en Cooperstown, organización que persigue preservar la historia del deporte, honrar la excelencia y conectar generaciones. Ser incluido requiere de un largo proceso que inicia con el retiro de la actividad y pasa por ser propuesto por una asociación de cronistas, luego de un exhaustivo análisis de credenciales profesionales e incluso de la vida personal, para luego ser sometido a una votación. Se suele tomar en cuenta la influencia, contribución al deporte y a la sociedad, así como el aporte al desarrollo de la disciplina. En el caso del modelo FIA, no aplica nada de esto. No hay lugar para opiniones de académicos, ni periodistas, ni nada. Entra el que tenga un título.
Con tales indicios, la iniciativa del Salón de la Fama FIA, y toda estas bambalinas a su alrededor, parece una idea más de Liberty Media que una legítima propuesta de Todt. Es que no luce para nada espontáneo que los primeros honrados por la iniciativa sean Sir Jackie Stewart, Mario Andretti, Alain Prost, Nigel Mansell, Damon Hill, Jacques Villeneuve, Fernando Alonso, Sebastian Vettel y Nico Rosberg, quienes siempre han mantenido a la Fórmula 1 en la palestra, para bien o para mal, a través de sus permanentes incursiones mediáticas.
Conste que no estoy en contra de la creación de un Salón de la Fama FIA, pero he de admitir que no le vi sentido al evento presentado en París. Me dejó con una sensación de pena ajena que todavía persiste.