Sam Schmidt se propuso seguir rompiendo barreras. Durante los últimos meses hemos hablado de numerosas historias inspiradoras, especialmente con motivo del Dakar 2017 en el que pilotos como Albert Llovera o Philippe Croizon demostraron que los límites del ser humano muchas veces los pone la imaginación. No fueron los únicos ejemplos que hemos tenido recientemente dentro del automovilismo, el propietario Schmidt-Peterson, equipo de la IndyCar también dio toda una demostración de que los sueños se consiguen si se persevera.
Schmidt es cuadripléjico desde su accidente en el Walt Disney World Speeway en el año 2000. A partir de entonces, Sam no ha renunciado a su pasión por las carreras y los coches, e incluso el año pasado rodó con su Corvette en Indianápolis a 152 mph (casi 245 km/h), sólo unas semanas antes de afrontar la mítica Subida a Pikes Peak en el bautizado como SAM (Semi-Autonomous Motorcar), nombre que se le dio al Corvette C7 Stingray también en honor al veterano piloto estadounidense.
Sam formó parte de la caravana de seguridad de la mítica Carrera hacia las nubes. A su derecha, el nueve veces ganador en Pikes Peak Robby Unser, el cual disponía de volante y pedales en el caso de que Sam Schmidt necesitara una ayuda o una actuación de emergencia durante los casi 20 kilómetros de los que se compone la subida del Colorado. Sin embargo, no era sólo una demostración de valor y de combatividad ante los reveses que te pueda dar la vida, también era toda una demostración de tecnología y de sistemas que permitan adaptar las limitaciones físicas de cada persona a la conducción.
Concretamente, Sam Schmidt pudo conducir a SAM gracias a un sistema especial, mediante el cual podía dirigir la dirección a través del movimiento de su cabeza gracias a un gorro especial con ocho sensores infrarrojos que enviaban la información a cuatro cámaras instaladas en el interior del habitáculo. El sistema ha ido evolucionando, haciéndolo cada vez más preciso y sensible, algo que permitía a Sam dirigir el Corvette únicamente apuntando con su cabeza al ápice de la curva, transmitiéndose dicha información a un actuador rotatorio que se encargada de accionar la dirección.
En cuanto al acelerador, Schmidt manejaba en un principio el gas a través de un sensor de presión que se encontraba en el reposacabezas, el cual aumentaba la velocidad gradualmente en intervalos de 10 mph. Esto evolucionó a una segunda versión a través de un sensor que detecta la fuerza con la que Sam se encuentra soplando para dar más o menos aceleración. Similar proceso en el caso de los frenos, siendo Sam el que se encarga de accionar los mismo únicamente absorbiendo por el tubo. Toda la historia y una demostración de cómo funciona el sistema en el repaso de su paso por Pikes Peak.