Pese a la pole de Marco Andretti, Scott Dixon era el gran favorito por el ritmo demostrado en entrenamientos y por lo logrado a lo largo de lo que llevamos de temporada 2020 de IndyCar Series. Y el neozelandés no defraudó… pero alguien fue mejor que él. Takuma Sato le arrebató el premio gordo y conquistó de la mano de Rahal Letterman Lanigan sus segundas 500 Millas de Indianápolis, acabando en esta ocasión bajo bandera amarilla por un horroroso accidente de Spencer Pigot. Las opciones de los españoles se desvanecieron en cuestión de minutos.
Dixon se aupó al liderato nada más iniciarse la prueba, durándole un suspiro a Marco Andretti la alegría de volver a liderar unas 500 Millas. Una rápida bandera amarilla por un incendio en un freno de James Davison hizo que algunos apostaran por estrategias alternativas (Power, Pagenaud, Askew, Alonso, Castroneves…), lo cual hizo que el neozelandés debiera ceder momentáneamente el primer puesto. Posteriormente también accedió a intercambiar posiciones con Alexander Rossi con el fin de ahorrar combustible. Pero siempre fue el coco.
La carrera empezó a ponerse seria pasado el ecuador. Primero Dalton Kellett besó el muro, tras lo cual se produjo una resalida en la que Conor Daly perdió el control y Oliver Askew le emuló. La prueba se retomó de forma espectacular y en ese contexto Alex Palou maravilló, accediendo al ‘top ten’ mientras en cabeza se ponía un trote cochinero tratando de ahorrar carburante… Pero el catalán terminó pagando la novatada, como casi todos los rookies, y puso punto y final en la curva uno a una maravillosa primera actuación en Indianápolis.
Casi al mismo tiempo llegó la sentencia para Fernando Alonso. En la bandera amarilla provocada por Palou entraron todos a boxes y ahí la electrónica de su monoplaza comenzó a fallar. No pudo arrancar y perdió vuelta. Pero no deja de ser una anécdota tras una carrera en la que quedó claro que jamás tuvo ritmo (su vuelta rápida fue tres millas por hora más lenta que la de O’Ward, con otro Arrow McLaren SP) para disputar la victoria (su mejor puesto en pista fue 15º): finalmente fue 21º.
Esa misma parada bajo bandera amarilla también provocó un toque entre Alexander Rossi y Takuma Sato, adelantados ambos por Patricio O’Ward, lo cual forzó el sandwich. Y Rossi fue sancionado. Teniendo que remontar desde el fondo del pelotón, el estadounidense arriesgó. Salvó la primera, tras encontrarse con un tapón por el renqueante monoplaza de Simon Pagenaud (alerón dañado por un toque con Hunter-Reay), pero no la segunda, estrellándose.
A partir de ahí la prueba se convirtió en un duelo directo entre Scott Dixon y Takuma Sato. Parecía que el neozelandés permitía al japonés colocarse en cabeza por alternarse en el liderato de nuevo y controlar el consumo. Pero cuando quiso recuperar el primer puesto Sato no se dejó cazar, gestionando de forma maravillosa los doblados y encontrándose con una última bandera amarilla después de que Spencer Pigot perdiera su coche en la última curva e impactara con el muro de entrada en boxes.
Takuma Sato suma así este triunfo al ya conquistado en 2017 y certifica el dominio de Honda este año en Indianápolis: Dixon, Graham Rahal y Santino Ferrucci le siguieron, siendo Josef Newgarden el mejor Chevrolet, tan sólo quinto. Patricio O’Ward firmó una gran actuación como debutante, sexto, pero no pudo estar en la pomada en las últimas vueltas. De hecho, fueron los únicos dos Chevy en el ‘top ten’.
Foto | IndyCar Series