Ley de Murphy o algo así. Venía Chevrolet de dominar las 500 Millas de Indianápolis y celebrando la victoria de Will Power a la cita de casa y ésta salió perfecta para Honda. La casa japonesa arrasó y se llevó las dos victorias en el trazado de Detroit Belle Isle, donde pese a todo Will Power aguantó al frente del campeonato tras un reventón de Alexander Rossi en la segunda carrera.
El fin de semana arrancó con una sorpresa mayúscula, pues Marco Andretti se hizo con la primera pole de su carrera fuera de un óvalo. Y lo hizo de forma autoritaria, endosando medio segundo al siguiente clasificado, Robert Wickens, que saldría tercero dado que en el peculiar formato de esta cita doble clasificaban en diferentes grupos: así Scott Dixon partiría al lado de Andretti en la primera fila.
En un circuito donde resulta complicado adelantar Andretti no tuvo problemas para conservar el liderato hasta la primera parada, pero el mayor ritmo de Scott Dixon permitió al neozelandés heredarlo al mantenerse en pista una vuelta más. La carrera permaneció tranquila durante el segundo relevo, pero cuando se producían las segundas paradas Graham Rahal tiró por la borda sus opciones de podio al estamparse.
Y como suele ocurrir en Estados Unidos, una caution provoca otra caution. A las tres vueltas de darse la resalida Charlie Kimball se llevó por delante al debutante Santino Ferrucci, que acabó contra las protecciones. Sin embargo nada de ello perturbó a Scott Dixon, que se hizo con el triunfo por delante de Ryan Hunter-Reay, mientras que el tercer escalón del podio lo ocupó Alexander Rossi tras un bonito adelantamiento por el exterior a Marco Andretti. El primer piloto motorizado por Chevrolet, Will Power, no fue más que séptimo.
La segunda jornada de competición en Detroit Belle Isle fue algo más movida. Amaneció lluviosa y los pilotos debieron enfrentarse a una sesión de clasificación en condiciones muy delicadas, brillando Alexander Rossi por delante de Robert Wickens, Will Power y los Ganassi de Jones y Dixon. Y aunque el día levantó, la falta de grip jugó una mala pasada al ‘pace car’ antes de la salida, obligando a retrasar la segunda carrera del fin de semana.
En la salida Rossi y Wickens lograron despegarse del grupo mientras Power, los Gnassi y Hinchcliffe intercambiaban posiciones, debiendo ser inmediatamente interrumpida la prueba por un trompo de Spencer Pigot. Pero la tranquilidad se mantuvo hasta que un nuevo accidente de Santino Ferrucci invitó a que todos los hombres de cabeza pasaran por boxes por miedo a una bandera amarilla. En pista accedieron a la cabeza Robert Wickens y Ryan Hunter-Reay, que paró muy pronto y terminó heredando el liderato cuando Wickens paró.
Hunter-Reay siguió con su estrategia alternativa y se llevó un susto monumental en pista al encontrar con el trompo de Sébastien Bourdais, con problemas de suspensión trasera, pero se volvió a alternar en el liderato con Rossi y se plantó a pocas vueltas del final con ruedas mucho más frescas que su compañero de equipo y rodando más de un segundo por vuelta más rápido. Pero nos quedamos sin duelo por la victoria: cuando defendía el liderato Rossi pinchó una rueda delantera poco tiempo después de haber bloqueado frenos.
Acabó 12º, mientras Hunter-Reay cruzaba meta cómodamente en primera posición. Lejos se hacía con el segundo puesto Will Power, logrando así mantener el liderato de la general del campeonato, mientras Ed Jones lograba rascar un podio cuando más en duda se ponía su continuidad en Ganassi.
Power mantiene cinco puntos de ventaja sobre Dixon y once sobre Rossi, antes de que la IndyCar Series visite este mismo sábado el óvalo de Texas Motor Speedway.
Foto | IndyCar Series