De una de las carreras más aburridas de la temporada a la que quizá defina el título. Ese es el cambio que provocó la llegada de la lluvia a Hockenheim en plena disputa del Gran Premio de Alemania. No por inesperada tuvo efectos menos devastadores, pues cuando la situación parecía más o menos estable dentro de lo delicado de la pista Sebastian Vettel tiró por la borda un sólido liderato y estampó su Ferrari, sirviendo en bandeja de plata la victoria a su rival directo en el campeonato, Lewis Hamilton.
Sin problemas para mantener su posición en la salida y abriendo un hueco fácilmente sobre Valtteri Bottas en las primeras vueltas, Sebastian Vettel se las prometía felices en el Gran Premio de casa. Incluso Lewis Hamilton tardó algo en remontar, encontrándose a más de veinte segundos cuando por fin alcanzó la quinta posición. Pero la carrera empezó a torcerse tras su paso por boxes.
Ferrari optó por dividir estrategias entre sus pilotos, entrando pronto Kimi Räikkönen. Todo apuntaba a que el finlandés iría a dos paradas y Vettel a una, pero estos se encontraron en pista e incomprensiblemente Kimi tardó en ceder posición a su jefe de filas, que se quejaba por radio del daño ocasionado a sus neumáticos y del tiempo perdido en la estela de su escudero. Incluso Räikkönen llamó la atención a Ferrari por los fútiles rodeos dados a la hora de ordenarle ceder la posición.
Pero todo eso podía haber quedado en anécdota de no ser porque la lluvia apareció por Hockenheim. Lewis Hamilton retrasó al máximo su parada para intentar sacar provecho y aunque no llegó a aguantar hasta que la pista se mojó, Mercedes tuvo la lucidez de montarle ultrablandos nuevos para que al menos tuviera una ventaja de neumáticos si la lluvia caída de forma progresiva. Fue un movimiento inteligente y no tan arriesgado como la monta de intermedios por parte de Fernando Alonso, Charles Leclerc o Max Verstappen (que poco perdió dada la gran diferencia sobre Kevin Magnussen) o el absurdo uso de neumáticos de lluvia extrema por parte de Pierre Gasly.
Llovía pero no era una situación tan crítica por la abundancia de agua como por ls variabilidad de la lluvia a lo largo del trazado. Por ejemplo una zona encharcada y con mucho tráfico dejó a Kimi Räikkönen a merced de Valtteri Bottas, que recuperó así el segundo puesto. Pero el gran golpe de teatro llegó segundos más tarde al perder el control de su Ferrari Sebastian Vettel en el Motodrom. Dirección de Carrera no tardó en sacar el Safety Car.
Mercedes perdió ligeramente los papeles en ese momento. Llamó a sus dos pilotos a boxes sin tener claro qué neumáticos quería montar, Valtteri Bottas perdió tiempo al no estar su juego listo y Lewis Hamilton evitó ingresar en el pitlane en el último momento. Pero Ferrari tampoco estuvo espabilada, quizá aún en shock por lo ocurrido con Vettel, y tardó una vuelta en montar ultrablandos en el coche de Kimi Räikkönen, lo cual le dejaba en tercera posición.
Las pocas vueltas de diferencia entre los ultrablandos de Hamilton y Bottas daban una oportunidad al finlandés, pero Hamilton se defendió con uñas y dientes y, órdenes de equipo mediante, no dejó escapar un improbable triunfo desde la 14ª posición, por delante de su compañero de equipo, Kimi Räikkönen y Max Verstappen, único Red Bull en meta al abandonar Daniel Ricciardo. Quinto fue Nico Hülkenberg tras una carrera impecable y al implosionar Haas a nivel estratégico, batiendo así a Romain Grosjean, mientras que Kevin Magnussen quedó fuera de los puntos (11º). Completaron la zona de puntos los Force India de Sergio Pérez y Esteban Ocon, el Sauber de Marcus Ericsson y el Toro Rosso de Brendon Hartley.
Originalmente cruzó meta Carlos Sainz en 10ª posición, pero el madrileño recibió diez segundos de sanción por un adelantamiento bajo Safety Car. Claro que peor fue la carrera de Fernando Alonso, que optó por retirarse al perder hasta dos vueltas como consecuencia de la arriesgada e ineficaz monta de intermedios.
Foto | Daimler