Como si el tiempo no hubiera pasado. Más de dos años y medio después de su último rally del Mundial, Sébastien Loeb se volvió a enfundar el mono de Citroën. A su derecha su inseparable copiloto y amigo, Daniel Elena, ambos predispuestos a conocer juntos de nuevo los secretos de un nuevo World Rally Car de Citroën, marca con la que consiguieron nueve títulos de Campeones del Mundo de pilotos y copilotos de forma consecutiva.
Recién aterrizado después de haber competido en Canadá este pasado fin de semana, la jornada de pruebas, realizada ayer en la región de Moselle, cerca de Estrasburgo comenzó con lluvia y el asfalto mojado, condiciones en las que Loeb y Elena no pudieron descubrir las capacidades de la última máquina de los de Satory. Sería a la tarde, ya sobre asfalto seco donde el C3 WRC se pudo lucir con el alsaciano al volante, admitiendo que era mucho más rápido en curvas de alta velocidad comparado con la anterior generación de WRC.
Las conclusiones de Loeb parecen seguir el camino de lo que han admitido el resto de pilotos de la firma de los dos chevrones durante estos meses: en condiciones ideales el coche es muy rápido, capaz de conseguir la victoria como ya pasó en México o de liderar el Tour de Corse hasta el problema de motor. Sin embargo, es cuando las condiciones se tornan complicadas cuando el Citroën C3 WRC pierde esa capacidad de ser competitivo.
El feeling en asfalto seco al final fue muy rápido. No tengo muchos coches con los que compararlo, pero comparándolo con los viejos WRCars, todo es algo mejor. Fue difícil encontrar el feeling en condiciones de mojado durante la mañana. Llovió mucho y las ruedas eran demasiado duras para estas condiciones. El coche es más nervioso que los viejos, por lo que lo hizo más complicado. La primera sensación es la de tener un coche de circuitos en un tramo. Cuando está completamente seco, es rápido y eficiente, pero en condiciones difíciles sería bueno mejorar un poco la maniobrabilidad y hacerlo más fácil de conducir.