El calor da pausa y carreras dependiendo de los organizadores de los campeonatos. El sol arrastra a los aficionados y las temperaturas elevadas son el escaparate casi idóneo para los espectadores y pilotos en su intento por entretener y mantener las expectativas. En Norteamérica es también sinónimo de la temporada de circuitos ruteros, con múltiples visitas a Watkins Glen, Sonoma, Road America, Mid-Ohio y demás trazados míticos. Sin embargo, este mito de la Trans-Am (para lo bueno y para lo malo) debutó en NASCAR en el país vecino, concretamente en la carrera que se celebró durante varios agostos en el Circuit Gilles Villeneuve.
Tomy Drissi es uno de esos nombres que el tópico diría que no deja a nadie indiferente, hecho labrado por su velocidad intermitente y su facilidad para encontrar la polémica. Pero es un hombre acostumbrado a los focos y a un cierto protagonismo: nacido en 1958 nada más y nada menos que en Hollywood, «The Rockin’ Moroccan» es el creador y propietario de una agencia de publicidad y diseño de carteles de películas comerciales. Todas las principales productoras cinematográficas estadounidenses han pasado por su agencia, con especial mención a Paramount y a Disney y sus filiales como Pixar y Marvel.
Drissi se contagió del virus de la velocidad a los 16 años en carreras clandestinas organizadas en la fílmica carretera Mulholland Drive, al norte de Hollywood. Entrado en la década de los 30 años decidió probar suerte en coches clásicos, definiendo su estilo como «demasiado agresivo» para ese tipo de coches. Se inscribió en la Trans-Am en busca de mayor rapidez y modernidad y a su debut en 1999 le siguieron años sólidos en una categoría de pilotos tan profesional (Boris Said, Butch Leitzinger, Scott Pruett) como amateur (el reportero de NASCAR Chris Neville o el multicampeón, ex jefe de equipo y propietario de la Champ Car Paul Gentilozzi).
Aguantó en la Trans-Am hasta su desaparición en 2005 y finalizó cuarto en sus dos últimas temporadas, quedando su carrera deportiva en un teórico limbo a pesar de participar en las 24 horas de Daytona y en la temporada 2003 de la American Le Mans Series. Drissi alternó prototipos y GTs en carreras de la Grand-Am, la ALMS y la SPEED World Challenge hasta que la Trans-Am se refundó en 2009, proclamándose el piloto de Hollywood campeón de la categoría con el equipo Rocketsports que había coronado a su fundador Gentilozzi y a Klaus Graf unos años antes.
Quiso intentar seguir el camino de NASCAR sin tanto éxito, empezando por las carreras de road course de la Xfinity Series en Montréal, Watkins Glen, Road America y Mid-Ohio, apenas pasando del top 20. Peor le fue en todos sus intentos en la Cup Series (cuatro en Sonoma y uno en el Glen), todos ellos fuera del top 30 de forma comprensible en equipo de zona baja. Tercero en su defensa del título de Trans-Am en 2010, siguió ampliando su espectro de competiciones dando una oportunidad a los GTs en la World Challenge y metiéndose en el complejo mundo de los Prototype Challenge en la ALMS y el IMSA unificado.
Se llevó Drissi pocas simpatías en la Trans-Am, dónde llegaron a prohibirle competir en 2015 después de pasar a varios coches bajo caution, perder vueltas por sanción y echar de la pista al líder de carrera. Drissi regresó a Trans-Am a tiempo completo en 2017 y ha rondado las posiciones delanteras desde entonces. Sus coches siempre se han visto adornados de publicidad de películas como «Straight outta Compton», «Predator», «Wall Street 2: el dinero nunca duerme», «Ghost in the Shell» y sagas como «The Amazing Spider-Man» o «El planeta de los simios» y se espera que el controvertido piloto de 60 años siga corriendo en los circuitos norteamericanos.