Azores es un paraíso natural, eso prácticamente nadie en el mundo lo puede poner en duda. Su particular situación geográfica (aislados en mitad del océano Atlántico) y las condiciones climáticas que se dan en este conjunto de nueve islas hacen que estemos ante una de esas maravillas irrepetibles. Es por ello que cada año, con motivo de la prueba valedera para el Campeonato de Europa de Rallyes, se hace inevitable girar la cabeza y mirar embobados toda la belleza de los paisajes por los que discurre la carrera.
Concretamente, muchos se quedan asombrados por Sete Cidades, el tramo más conocido de todo el itinerario de una prueba que se desarrolla íntegramente en la Isla de São Miguel y que cuenta como área de juegos la inmensa caldera de un volcán inactivo con el que comparte dicho nombre.
Este año, aderezado por la densa niebla que lo cubrió por la mañana, se convirtió en una de las especiales que motivó más bajas durante el fin de semana, poniendo contra las cuerdas a los pilotos con sus estrechas pistas de tierra flanqueadas por inmensos muros de roca que en ocasiones desaparecen para dejar ver el maravilloso abismo hasta el agua que hoy rellena el hueco en el que un día hubo lava. La Lagoa das Sete Cidades es posiblemente lo más espectacular del fin de semana, con los participantes atravesándola en un tramo que discurre por la sección que la divide a su vez en Lagoa Azul y Lagoa Verde
Las imágenes aéreas son una vez más, dignas de admirar, permitiéndonos ver una región en la que apenas vive un millar de personas y en la que resulta una vez más incomprensible cómo los competidores pueden llegar a rodar a casi 150 km/h mientras evitan ser tragados por el volcán. Ver a los pilotos portugueses lanzarse a fondo por sus pistas resulta una experiencia prácticamente extrasensorial que te ayudará a sobrellevar el final de este fin de semana.