Ni Uber, ni Car2Go, ni emov. Todo aficionado a la competición ha soñado en más de una ocasión con darse una vuelta por su ciudad al volante de un coche de carreras, algo que, suele estar reservado a estrellas mundiales como Max Verstappen o Sébastien Ogier (algunos de los ejemplos más recientes que me vienen a la cabeza) o a pilotos de leyenda que anuncian su adiós a la disciplina que le encumbró, tal y como sucedió con Carlos Sainz y su exhibición en una Madrid abarrotada que por aquel entonces no se podía imaginar que el bicampeón le quedaba al menos otra década más entre monos ignífugos y botellas de cava sabor ‘victoria’.
Si ya de por sí es muy difícil recabar todos y cada uno de los permisos para hacer este tipo de exhibiciones (sólo la Fórmula E parece tener vía libre en esto de las carreras urbanas), no queremos ni pensar en el suplicio que puede suponer el rodar en condiciones de tráfico abierto con un vehículo de carreras, por mucho que esté homologado para dicho menester. Sin embargo, el fabricante checo por antonomasia parece tener ciertos privilegios, especialmente en este, el que ha sido el año más exitoso en su larga historia en competición.
Ha sido Jan Kopecký el encargado de llevar a cabo una acción promocional por las calles de la ciudad de Praga y su mágica noche. El checo es el piloto emblema de Skoda (no es para menos con tres Campeonatos Nacionales), por lo que sería el perfecto chofer para los sorprendidos viandantes que se animaban a probar suerte en el asiento de la derecha del Fabia R5. Acostumbrados a ver taxis firmados por los de Mladà Boleslav recorriendo nuestras calles, estoy seguro de que estamos ante una de las mejores ‘carreras’ que se han realizado subiendo al Castillo de Praga.
