¿Quién podía imaginar que el país más laureado de la última década en las 24 Horas de Le Mans sería aquel donde jamás se podría celebrar una carrera de resistencia? Bueno, es evidente que no hablamos de un país al uso. Pese a prohibir gran parte de los deportes de motor a raíz de la tragedia de Le Mans 1955 y sólo dejar vía libre a los rallyes, las subidas de montaña y muy recientemente la Fórmula E, Suiza siempre ha estado muy vinculada a este deporte y a la gran carrera gala. ¿Pero tanto como para convertirse en los reyes de Le Mans?
Como muestra de la afición por esta carrera en el país helvético se suele publicar un anuario dedicado a sus compatriotas involucrados en Le Mans. Mas a pesar de la amplia e histórica presencia suiza (pensemos en Sauber, Brun Motorsport, Jo Siffert o el Lola T280 ‘gruyère’ de la Écurie Bonnier en 1972) no fue hasta 2011 cuando un piloto de ese país logró la victoria absoluta. Y desde entonces, no hay stop como dice el célebre eslogan publicitario.
Tumbó la puerta Marcel Fässler de la mano de Audi en 2011, repitiendo en 2012 y 2014. Siguió sus pasos Neel Jani en 2016 con Porsche. Y ahora Sébastien Buemi ha logrado su tercer triunfo consecutivo con Toyota. La enseñanza a extraer parece clara: más le vale a Peugeot encontrar a un suizo veloz para su proyecto hypercar. Y es que hablamos de siete victorias en diez años. Más que Alemania (6), Francia (5), Nueva Zelanda (4), Japón (3), España (2) o Reino Unido y Dinamarca (1) en el mismo periodo.
Queda la espina clavada de no ver ondear la bandera suiza en lo más alto del podio de Le Mans, pues en 1989 Sauber-Mercedes venció bajo pabellón germano, pero en todo caso con tal palmarés y las prestaciones de Rebellion en el mismo periodo (dos podios absolutos) son como para estar más que orgullosos.
Foto | Toyota GAZOO Racing