El WEC terminó las pasadas 24 Horas de Le Mans con una sensación de que podría haber un universo paralelo a ese dominio que se anticipaba por parte de Toyota en lo referente a la lucha por el título Mundial de la resistencia. Está claro que esta realidad alternativa se basaba en cambios artificiales que se produjeron antes de la ronda gala, pero la victoria de Ferrari en La Sarthe el pasado mes de junio dio alas de nuevo a la batalla por hacerse con el cetro intercontinental a pesar de que los nuevos ajustes lastraban el rendimiento de los 499P de los de Maranello.
Por si fuera poco, se llegaba además a la casa de Ferrari, el Templo de la Velocidad, Monza, circuito en el que los Ferrari ya rodaron en sus test de desarrollo y en el que habían puesto sus esperanzas de darle a los tifosi un nuevo motivo de orgullo después de la ya larga sequía que vive la Scuderia en territorio de los transalpinos. Sin embargo, como suele ocurrir en esta era moderna de la resistencia, después de una gran decepción suele llegar el momento de la redención, algo que por ejemplo parecía escribir un precioso camino hacia la victoria en las 6 Horas de Monza para Toyota GAZOO Racing, especialmente representado por lo ocurrido al coche número #7 en Le Mans, dejando fuera de carrera a Kamui Kobayashi durante la noche.
En esta ocasión fueron imbatibles (tercera victoria de la temporada), consiguiendo coronarse en el trazado transalpino a pesar de que hubo momentos durante la carrera en los que parecía que incluso Peugeot podría aspirar a su primer gran éxito del 9X8 aprovechando que era el primer circuito en el que repetía después de que este fuera precisamente el lugar en el que debutó en 2022 sin demasiada suerte. Si a ellos les salió todo rodado, en el caso de su unidad gemela, la pilotada por Buemi, Hirakawa y Hartley, la situación fue diametralmente opuesta, comenzando porque ya Sébastien comenzó la carrera con un contacto con el Ferrari #51 que terminó trompeado, razón por la que el #8 se llevó una penalización de 10 segundos.
De nuevo tuvimos acción en pista como ya ocurrió el año pasado, con el Toyota protagonizando un segundo toque (también Buemi) a alta velocidad con el Aston Martin Vantage GTE #777 que terminó por irse contra el muro en lo que pudo ser un accidente muy serio y que derivó en el abandono del deportivo británico y en otro minuto de sanción para el Toyota. Todo ello llevó a que el #7 fuera el gran protagonista de este domingo, incluso cuando el Ferrari #50 de Nielsen, Fuoco y Molina parecían estar en disposición de ponerle las cosas muy difíciles.
Finalmente, no sería así y Ferrari tuvo que conformarse con la segunda y la ‘sexta’ posición para sus prototipos en la cita de casa, cayendo detrás del primero de los Peugeot, el #93 (Di Resta, Vergne y Jensen), en el tercer escalón del podio, el segundo de los Toyota y el Porsche #5. Los LMH franceses han demostrado que han ganado en competitividad en pistas de mayor velocidad en las que es muy importante tener un menor drag aerodinámico, sin embargo, de nuevo la fiabilidad les lastra a la hora de pelear también por las victorias, concretamente de nuevo con el selector de marchas, mientras que el #94 estuvo veinte minutos en boxes también con los problema recurrentes de la caja de cambios.
Especialmente interesante el duelo entre el segundo de los Toyota, el Porsche 963 LMDh que entró en el Top5 y el Ferrari #51 (todos ellos ya fuera de la vuelta del líder), con algunos movimientos y adelantamientos que fueron completamente asombrosos, capaces de levantar en las gradas los más de 60.000 aficionados que se dieron cita en Monza este fin de semana. Hubo cambios de última hora ya que tras la carrera se confirmó que el #8 volvió a ser sancionado con 50 segundos por el uso excesiva de energía disponible en los últimos coletazos de la carrera, algo que los llevó a ser sextos, promocionando al Porsche cuarto y al Ferrari quinto.
De esta forma, el Porsche #6 se conformaba con el séptimo, mientras que las dos unidades del 963 LMDh en manos de equipos privados no tuvieron tampoco una carrera fácil, con el prototipo de Proton siendo el único Hypercar que debería abandonar la carrera. Glickenhaus sería octavo por delante del Porsche de JOTA y de un decepcionante Cadillac que no pudo pasar del décimo, muy perjudicado por la aparición de los Coches de Seguridad.
En LMP2, final descorazonador para el equipo WRT, después de que el #31 tuviera que retirarse cuando era líder quedando menos de 20 minutos para el final por un problema con el motor. De esta forma, el JOTA #28, se situaba al frente, constatando la victoria de Oliver Rasmussen, David Heinemeier Hansson y Pietro Fittipaldi por delante del Alpine y del otro coche de WRT, el #41, en el que figuran Rui Andrade, Robert Kubica y Louis Deletraz.
El Inter Europol de Albert Costa, Fabio Scherer y Jakub Smiechowski, fue quinto detrás de uno de los United, por lo que todavía tiene opciones de título cuando todavía quedan las carreras de Japón y Bahréin.
Donde no habrá emoción será ya en GTE-Am, donde Corvette Racing ya se ha asegurado el título a pesar de que aquí han quedado fuera del podio, en este caso completamente copado por los Porsche 911 RSR GTE de los equipos Dempsey Proton (Christian Ried, Mikkel Pedersen y Julien Andlauer), Iron Linx y GR Racing