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¿Por qué Toyota tiene un miedo atroz al proyecto LMP1 de Alpine?

Posiblemente el único aspecto que disfrutamos como siempre en las pasadas 24 Horas de Le Mans fue la cantidad de anuncios oficiales relacionados con el futuro de la resistencia. Tuvimos novedades sobre el hypercar de Peugeot, el de ByKolles, la convergencia entre Mundial de Resistencia y Estados Unidos, el desarrollo del prototipo de hidrógeno… y el anuncio de que Alpine salta a la categoría reina usando el LMP1 hasta ahora empleado por Rebellion Racing y que acabó segundo y cuarto este domingo.

El anuncio ha hecho saltar todas las alarmas en Toyota, dejando claro desde el primer momento su director técnico Pascal Vasselon que no están dispuestos a aceptar que un coche bajo un reglamento extinto, al que sólo se iba a permitir correr para rellenar parrilla y que algún privado pudiera tener más tiempo de desarrollo de su hypercar, pueda batir a sus hypercars tras gastar millones en su desarrollo. Lo perciben como competencia desleal. Pero el ACO recibe con los brazos abiertos la idea de una nueva marca implicada de forma oficial. Al fin y al cabo era la propia Toyota quien requería rivales para seguir implicada en resistencia…

¿Pero por qué es una amenaza para Toyota que sigan corriendo los mismos Rebellion R13 a los que ha aplastado los últimos años en el Mundial de Resistencia? Pues porque se trata de un arma de doble filo. No sólo resulta complicado imaginar cómo FIA y ACO lograrán ralentizar hasta 15 segundos por vuelta en Le Mans un LMP1 que este año rodó en 3:15 y marcó vuelta rápida de carrera (en teoría los hypercars rodarán en 3:30, aunque los fabricantes siempre superan las expectativas reglamentarias) sino que además Rebellion ha demostrado que el R13 es un producto fiable y Alpine dispondrá así de algo probado y confirmado frente a unos hypercars que afrontarán su primera carrera de 24 horas.

Y ello, en manos de Signatech Alpine. El equipo que ha sido el coco en LMP2 (recordemos que este año acabaron cuartos a pesar de sufrir una fuga en la primera vuelta y pasarse la carrera remontando) y tendrá apoyo de fábrica. Eso significa pilotos oficiales y desarrollo de un coche que ya tenía buena base. Lo contrario de lo que se imaginaban todos cuando dejaron la puerta abierta a los LMP1 un año más… Si fuera un privado al uso, los organizadores ya se encargarían de cortarle las alas. ¿Pero vas a molestar a Alpine en lugar de cortejarla para que se una al futuro de la resistencia con su hypercar? Y así la casa gala se encuentra ante una oportunidad histórica de conseguir un triunfo en Le Mans, sólo equiparable a otras ediciones extrañas con cambio de reglamento de por medio como 1994 con el Dauer Porsche ‘GT’ (también con Toyota como perjudicada) o el triunfo de Mazda en 1991 cuando los nuevos Sport Prototipos de 3,5 litros no eran aún competitivos.

Foto | Signatech Alpine

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Eloy Entrambasaguas

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