Eso de que la justicia puede ser poética a veces pasa en el motorsport. Un deporte que, de por sí, es injusto, premiando a uno y llevando al esfuerzo de decenas al olvido y la ignominia fin de semana tras fin de semana. Sin embargo, la ocurrencia vivida en el Rallye de Japón, ronda final del Mundial de Rallyes 2024, demuestra que sí, a veces la vida te da o te devuelve lo que se esfumó en el pasado.
El error decisivo de Ott Tänak que decidió los tres títulos mundiales del WRC 2024
Thierry Neuville y Martijn Wydaeghe son justos campeones del mundo en este 2024. Habrá quien discuta esto debido al polémico y a veces desequilibrado sistema de puntuación (que el propio Neuville ha admitido en ocasiones varias), pero con el sistema de 2023 hubiese ganado de todos modos. El error de Ott Tänak en ese primer tramo del domingo sentenció el campeonato de una manera que nos sonará de mucho: y es que vuelve a repetirse un escenario visto no hace demasiado.
La salida de pista de Tänak, peleando contra su compañero de equipo por el título de pilotos, fue el desencadenante de que, sí, Neuville fuera al fin campeón tras más de una década en el WRC. Pero también supuso que Hyundai perdiera el título de constructores a favor de su gran rival, Toyota Gazoo Racing. Por apenas tres puntos, tras asignarse los del Wolf Power Stage, Toyota se llevaba el título más importante para ellos en su rallye de casa, en las carreteras de Aichi y Gifu.
Si uno lo piensa, es el mismo escenario que sucedió hace cuatro años: un 2020 en el que Elfyn Evans y Sébastien Ogier se jugaban el título de marcas para Toyota, siendo el Rallye de Monza el escenario del desenlace final. Evans lo tenía todo de cara, pero precisamente una traicionera curva de derechas, al igual que Tänak, fue donde todo se fue al traste (en el caso de Evans fue un parche de hielo negro). Ogier y Julien Ingrassia serían campeones, pero Hyundai salía campeona de marcas, revalidando el título de 2019.
De nuevo ha vuelto a suceder: dos pilotos compañeros, una curva a derechas, un error crucial y el título que realmente le interesa a los fabricantes cayendo en el bando contrario. El momento crucial resultó ser también el Power Stage, donde Andreas Mikkelsen, cometiendo otro error cuando más se le necesitaba, acabó siendo superado por Evans y Takamoto Katsuta en el tramo, rascando Toyota esos puntos cruciales que la han vuelto campeona.
Toyota se lleva in extremis dos títulos mundiales de marcas
Como datos extra, esta es la 17º ocasión en la que el fabricante campeón no coincide con el título de pilotos en la historia del WRC. En los rallyes, por su naturaleza, ha ocurrido mucho más a menudo que en la Fórmula 1 – ocurrió con los dos títulos de Carlos Sainz e incluso con el dominio aplastante de Sébastien Loeb. Teniendo en cuenta que muchos de los pilotos oficiales actuales han pasado por M-Sport, no sorprende tanto que los dos damnificados (Evans y Tänak) fueran compañeros de equipo en la escuadra británica entre 2014 y 2017.
Así que sí, a veces el motorsport tiene momentos de justicia poética, como le ocurriese a Hamlet. Ahora toca ver otras cuestiones, como la alineación de Hyundai para 2025 tras la actuación de Mikkelsen este año o si el WRC logrará subsanar uno de sus grandes problemas: la capacidad de generar retorno de inversión, una cuestión que le lastra a la hora de atraer fabricantes. Además de que Toyota, pese a todo, logra tanto el título de marcas en el WRC como en el WRC, en ambos casos luchando hasta el final.