Cuando los «chascarrillos» de un piloto es lo más remarcable de su actuación en una carrera, es que las cosas deben estar muy mal para el protagonista en cuestión. Eso es exactamente lo que le pasa a un Fernando Alonso que está viviendo un annus horribilis en McLaren a pesar de ser su tercera temporada con la nueva unión entre el equipo de Woking y Honda. Tres carreras, tres batallas con rivales y tres abandonos a pocas vueltas del final. No hay prácticamente nada positivo para McLaren y a diferencia de Melbourne y Shanghái, en Sakhir no hubo nunca posición de puntos.
El Gran Premio de Bahréin no empezó bien para McLaren con el coche de Stoffel Vandoorne cediendo ya antes de la salida, lo que dejó a Fernando Alonso como el único piloto de naranja en pista. A diferencia de otros días, en la salida no logró ganar posiciones y a penas pudo mantenerse en décimo quinta posición. A partir de entonces el día del asturiano fue una constante de defender en las curvas y ceder en las rectas, peleando con Pascal Wehrlein, Jolyon Palmer y Daniil Kvyat. Pero con pilotos como Max Verstappen o Carlos Sainz fuera de carrera cuando su potencial era para estar delante suyo, las acciones de Alonso casi parecían carentes de razón de ser.
Frases como «Nuestros rivales llegan a la recta a 300m de distancia y nos pasan. Nunca he competido con menos potencia en mi vida.» cuando sufría por defender su posición frente a los rivales o «Haz lo que quieras, colega» cuando por la radio su ingeniero de piesta le sugería un posible cambio de estrategia demuestran la frustración de un Fernando Alonso que parece estar más hastiado que nunca. Que sus manos siguen intactas, es evidente, pero los resultados no llegan porque la maquina no lo permite y para un piloto de carreras eso es lo peor. Sus declaraciones por radio así lo demuestran.
No hay que olvidar que la elección de qué radios se muestran por televisión puede alterar la percepción sobre los pilotos y sólo por oir las quejas de un piloto, eso no significa que sea el único que está soltando «perlas» a su ingeniero. Pero a pesar de todo, el hecho de estar oyendo a Fernando Alonso sintiéndose suficientemente al límite como para llevar las críticas hasta un punto que nunca habíamos visto -no con tanta insistencia- debería dejar las cosas claras. La situación en McLaren debe ser límite y aunque no tenga que haber necesariamente ningún cambio grave en su alineación -más allá del Gran Premio de Mónaco-, lo que se está viviendo allí dentro debe ser tremendo.
Sintomático es el hecho que en los tres primeros Grandes Premios del año, el abandono de Fernando Alonso se produjera en la segunda mitad de carrera justo tras ser adelantado por el piloto con el que estaba luchando hasta el momento. Si en Australia fueron Esteban Ocon y Nico Hülkenberg y en China fue Carlos Sainz, en Bahréin el «elegido» fue Daniil Kvyat. ¿Pérdida de paciencia y ganas de pilotar? ¿Retirada sabiendo que ya no había batallas por librar y por lo tanto sin motivación para finalizar la carrera? Posiblemente las tres roturas sean genuinas, como lo evidencia la falta de fiabilidad del MCL32, pero cuando estas ideas sobrevuelan el box de un equipo es que las cosas no van bien. Sólo cabe esperar que Fernando Alonso termine el año. Y si después de las 500 millas de Indianápolis no volviera a la Fórmula 1, su última carrera habría sido en España…