12 victorias en 26 carreras con el Porsche 956 son unos números a tener muy en cuenta. Son los números de Stefan Bellof, un piloto que durante casi tres años parecía que tenía la capacidad de fusionarse con aquel famoso Grupo C de Porsche y llevarlo a límites donde nadie más era capaz. Todo comenzó en el circuito de Silverstone, allá por mayo de 1983, cuando como debutante llegó al mundial de SportsCars y consiguió la pole y la victoria, ¡en su primer fin de semana! La primera de doce victorias con el 956. Pero hoy no vengo a hablar de esa primera victoria, ni de su estratosférica vuelta al Nordschleife que a día de hoy sigue siendo el récord oficial del circuito. Hoy vengo a hablar de la última de todas, la duodécima. Un triunfo que logró tal día como hoy, 29 de junio, pero de hace 36 años.
El año 1984 estuvo lleno de altibajos para Bellof. Por una parte, comenzó su andadura por la Fórmula 1, aunque de poco sirvió esa temporada ya que fue descalificado de todas las carreras por las irregularidades técnicas encontradas en el Tyrrell. Aun así, hizo magia en Monaco, remontando desde la última posición y rodando más rápido que Prost y Senna en las vueltas finales antes de que se suspendiera la carrera. En las carreras de resistencia fue todo bastante mejor. Campeón del mundial de SportsCars con seis victorias y campeón del DRM (certamen alemán de resistencia). Pero a final de año, Porsche decidió bajarle del equipo oficial, menos mal que siempre estuvo ahí Walter Brun para darle un coche allá donde quisiera correr.
En 1985 las cosas en Fórmula 1 mejoraron, con un Tyrrell ahora legal y un poco más competitivo, con el que logró puntuar en dos ocasiones. Los nuevos Porsche 962 de Brun no eran tan competitivos y en el mundial de resistencia solo pudo subir al podio en la primera cita en Mugello. Pero siempre quedaba el DRM. Que aunque fuera un certamen alemán, se corría con casi los mismos coches y pilotos que el mundial. Algo así como si en 2015 Audi y Porsche hubieran creado un campeonato alemán de LMP o algo por el estilo. Por compromisos con la Fórmula 1, Bellof se inscribió en el DRM por primera vez en la cita de Norisring, una cita especial ya que contaba con una carrera puntuable un día, y una no puntuable (el Norisring Trophy) al día siguiente.
29 de junio de 1985, la última victoria de Bellof con el 956
Bellof se inscribió con el 956 B chasis 116, coche con el que en 1984 ganó los 1000 Km de Imola y la cita de Nürburgring del DRM. Pintado con los míticos colores de Jäggermeister y con el paquete de alta carga aerodinámica, que incluía el alerón delantero, era sin duda la estrella de la carrera. Brun contaba con un segundo coche, en manos de Hans-Joachim Stuck. Kremer inscribió un nuevo 962 para Manfred Winkelhock y un 956 para Klaus Ludwig, mientras que Joest contaba con dos 956, uno para Jochen Mass y otro para John Winter. El único no-Porsche que podía luchar por la victoria era el Lancia LC2 de Alessandro Nannini, pintado como siempre con los colores de Martini.
Llegó la clasificación y Bellof dio el primer golpe. Marcó el mejor tiempo superando a Winkelhock por dos décimas, en un circuito donde las vueltas se completaban en menos de 50 segundos. Nannini con el Lancia fue tercero, con Ludwig y Stuck en cuarta y quinta posición. Jochen Mass, que estaba también entre los favoritos, se quedó a más de un segundo del que fue su compañero en varias ocasiones en el equipo oficial de Porsche en el mundial.
En carrera las cosas no cambiaron y con una velocidad media cercana a los 165 kilómetros por hora, Bellof aguantó los ataques de Mass durante las 61 vueltas de carrera para conseguir la que acabaría siendo su última victoria con el 956 y, desgraciadamente, la última victoria de su vida. Ludwig acabó tercero a más de 8 segundos con Stuck siendo cuarto, el último piloto al que Bellof no fue capaz de doblar. Al día siguiente se disputó la carrera no puntuable, el Norisring Trophy, y aunque el alemán volvió a salir desede la pole, una serie de problemas con su coche le impidieron repetir victoria.
Bellof perdería la vida dos meses más tarde en un fatídico accidente en Spa-Francorchamps. Un día en el que el automovilismo perdió a uno de sus pilotos más carismáticos y veloces. Un piloto que era capaz de llevar al límite cualquier coche y que conectó como ningún otro con el Porsche 956. Doce victorias, un mágico récord en Nürburgring y un título de campeón del mundo. Podríamos decir que Stefan Bellof y el Porsche 956 fueron una etapa en la historia de las carreras. Una etapa dorada que se cerró tal día como hoy, pero en 1985.