Cuando juntas dos grandes apasionados por el automovilismo en un mismo garaje, esa conexión parece visible al ojo humano. Jimmie Johnson y Fernando Alonso apenas se conocían hace unos meses. El bicampeón del Mundo de Fórmula 1 y el siete veces ganador de la NASCAR han estrechado lazos durante este 2018 desde la disputa de las 24 Horas de Daytona y esto finalmente llevó a que ambos compartieran una jornada de test el pasado lunes en el Circuito de Bahréin en la que cada uno introdujo al otro sobre las peculiaridades de sus respectivos coches.
Allí fue donde el propio Alonso pudo poner una muesca más en su lista de vehículos de competición en los que se ha sentado durante este año (en los boxes de Sakhir también había un McLaren 720S GT3 que dudamos mucho que no probara), sabiendo de primera mano cómo se comporta uno de los stock-cars más deseados del planeta, la ya famosa “Generation Six” de la NASCAR, y nada más y nada menos que el Chevrolet Camaro ZL1 con el dorsal del #48.
Chasis tubular con una carrocería de chapa que acogen en su interior el motor V8 de 5.86 litros que puede entregar más de 700 CV, cifras que difícilmente experimentaría Fernando ya que estábamos frente a un trazado rutero. En total 1.451 kilogramos y uno de los vehículos más analógicos que quedan en la actualidad dentro de la competición de primer nivel. Viendo al asturiano domar a la bestia de la NASCAR, además de preguntarnos sobre la posible futura participación en la Daytona 500, también queda la sensación de que puede ser un buen momento para volver a ver a Fernando Alonso en la Carrera de Campeones ahora que sus obligaciones contractuales son “más relajadas”.