Porque quizá es demasiado fácil enaltecer la figura de los grandes campeones, siempre he tenido un especial cariño por categorías de bajo nivel, pilotos de pago de acreditado escaso talento o equipos desesestructurados. Y pese a que las 500 Millas de Indianápolis son un evento espectacular, todos esos elementos también forman parte de su historia. Por eso os invito a conocer a algunos de esos pilotos que aparecen siempre que alguien abre en un foro un hilo titulado “Los peores pilotos de IndyCar de la historia”.
Eso sí, hay que explicar que nos vamos a referir exclusivamente a quienes llegaron a pisar Tierra Santa. Lo siento por aquellos que sólo compitieron en CART o ChampCar… Además, difícilmente podemos incluir a pilotos anteriores a finales de los ochenta. Ya no es sólo por la edad del que suscribe, sino que también la documentación previa a esos años es mucho menor y tampoco podemos olvidar que gran parte de los héroes que aparecerán en este artículo se beneficiaron de la puerta hacia Indianápolis que les abrió el cisma IRL/CART.
Harry Sauce
Un juez de Indianápolis aficionado al automovilismo que siempre soñó con correr la gran carrera de su ciudad. En 1983 le denegaron su inscripción porque su experiencia se limitaba a un puñado de carreras de turismos. Eso no le amedrentó y en 1988 volvió a probar suerte. No pasó del Rookie Orientation Program, el proceso que debe seguir cualquier debutante y que consiste en rodar a velocidad constante durante diez vueltas seguidas, en tandas y velocidades medias distintas cada vez. En la última de ellas hizo un trompo y ahí se acabó su sueño.
Hiro Matsushita
Ya tuvo su propio artículo en Diariomotor Competición y por lo tanto no necesita mayor presentación. Heredero del imperio Panasonic, pese a que él defendió que su familia no le apoyaba en su carrera deportiva, su coche siempre tuvo pegatinas de la compañía nipona y ello nos permitió disfrutar de las fantásticas cámaras onboard del vídeo que dejo justo debajo. Pese a que en una conversación de radio entrecortada Emerson Fittipaldi lo bautizó como King Hiro, con el paso de los años Matsushita se ha convertido en una figura de culto. Un hombre cercano, querido por los aficionados y a quien además le debemos algunos de los monoplazas más bonitos de las últimas dos décadas gracias a que fundó la compañía Swift Engineering.
Marco Greco
Fue lento en motos, llegando a participar en 17 citas del Mundial de Motociclismo durante los años setenta y ochenta sin sumar un solo punto. Fue lento en Fórmula 3000, donde apareció por 18 citas y sólo se clasificó para cuatro, abandonando en todas ellas. Y cuando dio el salto a Estados Unidos la cosa no cambió mucho, al no obtener un solo Top Ten en cuatro años de CART. Pero el cisma le benefició, como a tantos otros y en IRL llegó a acabar tercero de la temporada 1996-1997… En dos ocasiones no se clasificó para Indianápolis, pero se despidió del Brickyard con un honroso 14º puesto en 1999.
Dennis Vitolo
Un estadounidense que hipoteca su casa con el apoyo incondicional de su bella esposa y representante para poder correr las 500 Millas de Indianápolis tiene todas las papeletas para ser un favorito del público y hasta protagonizar una historia de película. Sin embargo Vitolo será siempre uno de los pilotos más odiados de la historia de la IndyCar. ¿La razón? Bajo bandera amarilla en 1994 se comió a Nigel Mansell, cargándose así las opciones del vigente campeón de la IndyCar y de uno de los pocos que podían hacer sombra a los Penske equipados del extraordinario y alegal motor Ilmor de aquel año.
Jack Miller
Cinco veces inscrito en Indianápolis, tres veces tomó la salida, su mejor resultado fue un 20º puesto en 1997. Y un número increíble de abandonos en sus participaciones en IRL. Da igual. Si por algo se conoce a Jack Miller es por ser dentista. Tras ganar una subcategoría de las Indy Lights donde era el único participante, Miller aprovechó su profesión ‘civil’ para convencer a la marca de dentífricos Crest de pintar su coche y convertirlo automáticamente en uno de los más reconocibles de la parrilla: blanco, rojo y azul, como la pasta de dientes. Era lento, pero se ganó el apoyo de sus patrocinadores y de los aficionados, para quienes siempre tenía unos minutos y una sonrisa, así como alguna muestra de productos para la higiene bucal. Ahora su hijo ha empezado a correr en monoplazas.
Scott Mayer
¿Hay algo peor que no ser capaz de superar el Rookie Orientation Program? Sí, fracasar dos veces. Este estadounidense lo intentó en 2003 y 2005 sin éxito. Las malas lenguas dicen que su mayor aval era haber logrado pagar un nuevo chasis para PDM Racing en un año de cambio de reglamento. Dos años más tarde lo volvió a intentar con un equipo de mayores garantías como el de A.J. Foyt, el de la foto justo debajo de este párrafo, pero ni por esas.
Shigeaki Hattori
Aún recuerdo un hilarante artículo de Marshall Pruett en la extinta web de SPEED en la que un ingeniero que trabajó con Hattori explicaba cómo perdían buena parte del fin de semana ante las quejas del japonés porque «el coche se mueve demasiado». Tras media temporada en CART, donde se acabó por retirarle la licencia, Hattori se pasó a la IRL y empezó a acumular Top Ten, lo cual dice mucho y nada bueno del nivel de aquella categoría a principios de los 2000. Ello no impidió que fracasara en su intento de clasificarse para la Indy 500 en 2001, antes de lograrlo en 2002 y 2003 gracias ya al desembarco y apoyo de fabricantes japoneses. Tanto le gustó Estados Unidos que terminó probando suerte en NASCAR y creando su propio equipo en stock cars.
Jon Herb
En muchos de los casos anteriormente descritos, pilotos en su época bastante criticados han terminado convirtiéndose en figuras de culto para los aficionados al automovilismo estadounidense. Herb no forma parte de ellos. Intentó correr cuatro veces las 500 Millas. Lo logró en dos ocasiones. En otras dos no, una de ellas siendo sustituido en entrenamientos por otro piloto que rodó automáticamente mucho más rápido que él. Y no puedo dejar de hablar de la ironía de que fundara un equipo llamado Racing Professionals. Por si fuera poco disfruta en estos momentos de una sentencia de 25 años de prisión por posesión de pornografía infantil y pedofilia.
Milka Duno
Quizá la más conocida de todos los nombres que presentamos en este artículo. Su rendimiento quedó más en evidencia a medida que la reunificación hizo subir el nivel de la IndyCar Series. En los inicios sufría en circuitos ruteros pese a su experiencia en Europa y Grand-Am, llegando a quedarse a más de diez segundos de la pole en Watkins Glen y generando multitud de broncas por no saber apartarse ante la llegada de vehículos más rápidos. Pero en óvalo se defendía y los dólares de Citgo, filial norteamericana de PDVSA, lo compensaban todo. Sin embargo fue a peor con el paso de los años, llegando a rumorearse que había propietarios de equipo dispuestos a alinear coches extra en Indianápolis con tal de dejarla fuera de la parrilla… El caso es que llegó a correr tres veces y sólo a la cuarta, en 2010, se quedó fuera de la gran cita. Ese año el deterioro en sus prestaciones llevó a que se le mostrara la bandera negra en dos citas de la IndyCar Series. Una elegante manera de enseñarle la puerta de salida.
Marty Roth
Para algunos la crisis de los cuarenta es comprarse un descapotable o correr maratones. Para Roth, ricachón gracias a la compraventa de bienes inmuebles en Toronto, supuso crear su propio equipo en la IRL y retomar así una discreta carrera deportiva en su juventud. Era lento pero no tonto y tras darse cuenta en 2006 de que el nivel estaba subiendo y ya no le valía con aparecer por Indianápolis para correr, decidió poner un segundo coche para que un compañero de mayor talento le pudiera guiar. Aún así la IndyCar Series era consciente de que la presencia de un millonario de 50 años en parrilla suponía un descrédito para la competición y le pidió que colgara el volante, retirada de licencia mediante. El cabreo fue tal que Roth puso en venta todo su equipo y nada más se volvió a saber de él, pese a que llegó a constar inscrito para las 500 Millas del año siguiente.
Bonus track
Aunque aquí os presentamos a diez de los más famosos, la historia de Indianápolis, especialmente en los años iniciales de la IRL, está plagada de pilotos y equipos de bajo nivel. Incluso dice la leyenda que en 1996 el Indianapolis Motor Speedway tuvo que hacer criba ante el escaso talento de algunos de los participantes en las citas previas organizadas en Walt Disney World y Phoenix. Muchos de ellos eran pilotos amateurs que solían competir en las American IndyCar Series, un certamen para monoplazas y motores de temporadas anteriores. Cortesía de Francisco Ortiz ahí va un vídeo de tan curiosa categoría.
Fotos | IndyCar Series