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Felices 75 años Walter Röhrl. El bicampeón del Mundo de Rallyes que nunca recibió sus trofeos

No os voy a descubrir hoy, 7 de marzo de 2022, a los aficionados al automovilismo la figura de Walter Röhrl, pero sí que es necesario recordar cómo ese espigado alemán que nació hace 75 años en la ciudad alemana de Ratisbona (Regensburg) por ser considerado como uno de los mejores pilotos de la historia y por ser a su vez una de las personas más carismáticas y especiales que se han visto atravesar los paddocks de los circuitos y los parques de asistencia de los rallyes.

Es por ello que sin duda que se ha conocido a Röhrl no sólo por su faceta deportiva, exitosa, muchísimo, sino que también ha dejado algunas frases para el recuerdo que se han ido trasladando de generación en generación, de fanático en fanático para tratar así de transmitir la misma pasión con la que vive el germano todo lo que rodea al mundo del automóvil. No puede generar ningún tipo de duda que su carrera estuvo plagada de grandes hitos y actuaciones históricas. Entre 1973 y 1987, Walter consiguió un título de Campeón de Europa, 14 victorias en pruebas del Mundial, de las cuales cuatro las obtuvo en Monte-Carlo y, la guinda en el pastel, dos títulos de Campeón intercontinental.

El menor de tres hermanos (Michael Röhrl, el mayor, falleció en un accidente de tráfico y de él contrajo gran parte de su pasión por los coches), de familia creyente, católico practicante y casado con su esposa, Monika desde los 31 años. Incluso siempre se destaca de él la anécdota detrás de que uno de sus primeros trabajos fue el de hacer las veces de chófer de un funcionario de la administración en su Ratisbona natal cuando apenas cumplía la mayoría de edad, algo que le obligaba a viajar entre las siete diócesis de Baviera. Todo ello también es Walter Röhrl.

Sin mi amigo y compañero de esquí, Herbert Marecek, yo jamás me hubiese convertido en piloto profesional de rally. Un día, de camino a las montañas, me dijo: «Conduciendo como conduces, deberías ser piloto de rally o de carreras». Yo le repliqué: «¿Estás loco? ¿Quién se supone que va a pagarlo?» Entonces él me propuso: «Si consigo un coche y no tienes que pagar nada, ¿te pondrías al volante?» Le contesté: «Vale, si no hay que pagar nada, sí». De modo que él se encargó de conseguir los coches: unas veces era el automóvil de un amigo y otras el modelo de prueba de un concesionario – Walter Röhrl

Un esquiador excelente, un amante de la bicicleta de carretera, primer piloto de rallyes en el Hall de la Fama de la FIA y alguien al que seguramente le hubiera cambiado mucho la vida en caso de no decidir echar atrás su decisión de retirarse tras apenas debutar y a petición de su madre, seguramente afectada por el fallecimiento de su primogénito. Opel lo rescató tras verle brillar frente a algunos de los mejores pilotos de la década de los setenta aprovechando que Ford no podía garantizarle un contrato a tiempo completo y a partir de ahí comenzó una carrera prácticamente imparable, incluso anotándose el subcampeonato en el ERC en su primera temporada y ganándolo un año más tarde, en 1974.

Pensó en la retirada tras ganar Monte-Carlo en 1980:

Sin embargo, nunca les dio mucha importancia a los logros. A él le gustaba competir en determinados rallyes y no siempre le dio la importancia a pelear por los títulos absolutos, esa es una de las razones por las que incluso estuvo tentado a volver a retirarse tras ganar en Monte-Carlo de 1980, sin embargo, la posibilidad de conseguir el título Mundial finalmente le llevó a continuar y a coronarse junto a su leal Christian Geistdörfer, posiblemente una de las personas que mejor conocer a Röhrl sobre la faz de la tierra con permiso de su mujer.

Nunca había soñado con convertirme en campeón del mundo. Pero lograr ganar, aunque solo fuera una vez, en Monte-Carlo, el rally más legendario del mundo, era el gran objetivo de mi vida. Por aquel entonces solía decirme: «Cuando gane en Montecarlo, dejo el automovilismo. No lo hago para ganar dinero, sino para ver si soy un soñador o realmente soy el mejor». Esa era mi motivación. En muchas de las fotos donde salgo como campeón aparezco muy serio. Así es mi carácter: no me pongo a dar gritos de alegría. Cuando me bajo del coche después de haber alcanzado la meta, lo hago contento por haber hecho mi trabajo a la perfección y lo doy por zanjado. Pero cuando gané en Montecarlo en 1980, fue distinto. Estuve eufórico durante tres días. Había triunfado en la vida, conseguido lo que me había propuesto. Realmente había decidido dejarlo, pero mi copiloto Christian Geistdörfer me dijo: «¡Estás loco! ¿Ahora que por fin va todo sobre ruedas quieres dejarlo?». También mi mujer me dijo: «¡No seas necio! A ti te encanta conducir, si lo dejas te vas a volver loco». Yo quería participar en rallyes, pero no me sentía nada atraído por el culto a mi persona. Tuve que aceptar que no se podía evitar y me decidí a continuar. ¡Por suerte! – Walter Röhrl

Genio y figura, Walter siempre se mostró muy ligado a sus ideales, por lo que cuando fue contratado por el equipo oficial de Opel y a pesar de que su salario venía en buena parte del acuerdo con la tabacalera Rothmans (tal y como demostraban los logos estampados en el precioso Opel Ascona 400), este alemán no fumador por convicción se negó a hacer ningún acto promocional para la marca de cigarrillos, e incluso apenas habló con Tony Fall, jefe de equipo, durante todo el año.

Sin embargo, tras el fallido acuerdo con Mercedes y después de un breve primer amor con Porsche, los de Rüsselsheim eran los únicos que le podían garantizar un asiento oficial para que compitiera por el título. Trabajo cumplido, en 1982 era el primer bicampeón de la historia del Mundial de Rallyes. Chocó su carácter con el de Fall, por lo que no fue sorprendente que después de asegurarse el campeonato y de anunciar que en 1983 correría para Lancia, Tony enfureció y lo dejó sin competir en el RAC, prueba en la que, por otro lado, Röhrl tampoco tenía muchas ganas de correr.

Su fichaje por Audi fue seguramente ese estandarte que necesitó el fabricante de Ingolstadt para estar ligado al del Quattro S1, algo que también perduraría cuando del WRC, la acción se trasladó a la Subida a Pikes Peak y a los circuitos estadounidenses del campeonato Trans-AM o incluso en el DTM. El Audi con motor central tenía su nombre y hubiera sido muy interesante saber hasta dónde hubiera ese proyecto no nato desarrollado por Walter. Sin embargo, los Grupo B pasaron a una vida mejor y Walter siguió buscando retos.

Nunca obtuvo ninguno de su trofeos de Campeón del Mundo:

A estas alturas la historia seguramente muchos la conocían. Sin embargo, lo que muchos no sabrían es que Walter Röhrl no posee ninguno de sus tres trofeos de campeón internacional, ni el del Campeonato de Europa, ni sus dos mundiales. ¿La razón? Odiaba las entregas de premios, razón por la que no asistió a ninguna de las galas que realizó la FISA/FIA en París, en su caso habría tenido que asistir al menos a ocho entre campeonatos, subcampeonatos y terceros puestos, pero reconoce que nunca le gustaron, para desgracia de Jean-Marie Balestre, aunque sí se enorgullece de guardar los cuatro trofeos de ganador del Rallye Monte-Carlo.

Odio las ceremonias de premios. En mis 20 años en el automovilismo no asistí a ninguna ceremonia de premios de la FIA en París. Ni cuando fui Campeón de Europa, ni cuando fui Campeón del Mundo. Y yo he estado entre los tres primeros del ERC y del WRC ocho veces… Siempre debí haber ido y nunca fui, porque yo no quiero eso. Y Balestre, entonces presidente, dijo: «¡Por supuesto, Röhrl no está aquí de nuevo!» Por eso no me dio nada, por eso no tengo ni el trofeo de Campeón de Europa ni los trofeos de Campeón del Mundo. Tengo cuatro trofeos de ganador del Rallye Monte-Carlo – Walter Röhrl

Documental – 75 años de Walter Röhrl:

https://youtu.be/sKtSzTQkq_Y

Galería de imágenes – Walter Röhrl:

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Iván Fernández

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