Ya antes incluso de llegar a Pocono todo el mundo daba por hecho que sería la última visita de las IndyCar Series al mítico triángulo. Los accidentes de Justin Wilson y Robert Wickens, la poca emoción en pista y las bajas asistencias ya eran indicativos de que el matrimonio entre el campeonato y el trazado en Pennsylvania iba camino del divorcio. Pero un nuevo fuerte accidente en la salida volvió a abrir el debate, siendo prácticamente lo de menos el primer triunfo esta temporada de Will Power.
El fin de semana empezó torcido, pues la lluvia forzó una reestructuración del programa previsto. Para garantizar que los pilotos y equipos llegaran a la carrera con una mínima práctica en pista se optó por cancelar la clasificación, determinando así la clasificación general el orden de salida para la jornada del domingo. Así, al menos todos disfrutaron de un par de horas de entrenamientos libres en la víspera.
Con todos los gallos en cabeza la salida iba a ser de infarto y en ella falló Alexander Rossi, lo cual no sólo le hizo perder posiciones sino que provocó que llegara a la curva dos en paralelo con Ryan Hunter-Reay y Takuma Sato, que no dudó en intentar el arriesgado adelantamiento por el exterior. El accidente fue inevitable y lo que es peor es que el japonés cruzó la pista y mandó a Felix Rosenqvist contra el muro, debiendo pasar el sueco por el hospital para unos chequeos. Cierto es que a medida que aparecieron nuevas tomas la culpabilidad del japonés, a priori evidente, se fue diluyendo, pero resultó un clavo más en el ataúd de Pocono en IndyCar.
Simon Pagenaud logró robarle la cartera a Josef Newgarden en la salida y Scott Dixon hizo lo propio cuando la prueba se pudo retomar. Will Power debió parar por un pinchazo, obligando al tercero de los Penske a remontar desde el fondo de la parrilla, pero ello terminó siendo una ventaja no deseada al permitirle más libertad estratégica y liderar fuera de secuencia cuando el resto paró en boxes bajo bandera verde. La siguiente bandera amarilla, provocada por un accidente de Spencer Pigot, terminó devolviéndole a la cabeza.
Power incluso se permitió disputarle el liderato a Newgarden, pero el líder del campeonato se revolvió y evitó perder la cabeza de carrera. Eso sí, cuando llegó la siguiente ronda de paradas el australiano volvió a situarse al frente, con la mala suerte de ver que Colton Herta se estrellaba y forzaba una nueva bandera amarilla. Dixon heredaba así el liderato seguido de un sorprendente Ferrucci y con los Penske debiendo recuperar terreno en un trazado donde resultaba muy difícil rodar en tráfico. Mas Power estaba intratable y progresó desde el séptimo puesto hasta la cabeza de carrera justo antes de que la prueba debiera ser interrumpida por la proximidad de los rayos y la tormenta.
Dixon quedó cerca pero sin posibilidad de luchar por el triunfo, completando el podio Simon Pagenaud seguido de la gran sorpresa de la tarde, Santino Ferrucci. Josef Newgarden pareció desfondarse a final de carrera y tan sólo fue quinto, pero el resultado le sabe a gloria de cara al campeonato, pues lidera con 35 puntos de ventaja sobre Alexander Rossi. El de Andretti asumió una sanción de 10 vueltas por reparaciones en su monoplaza bajo la bandera roja y fue recogiendo cadáveres hasta alcanzar los puntos de la 18ª posición, evitando así perder plaza en la general con Pagenaud y Dixon.
La próxima cita de IndyCar tendrá lugar en Gateway este mismo fin de semana. ¿Podrá completar Penske allí un pleno de triunfos en óvalos este año?
Foto | IndyCar Series