La vicisitudes del caso RP20, donde se incluye la interpretación de las reglas sobre el intercambio de piezas, deja en el aire la interrogante del por qué no se permiten los equipos satélites y con ello se simplifican tantas regulaciones. Algunos jefes de escuderías tales como Franz Tost, Frédéric Vasseur, Otmar Szafnauer y Günther Steiner; se muestran partidarios de tal propuesta, al considerar que desde hace varios años está obsoleta la definición de constructor en la Fórmula 1.
Franz Tost, jefe de la escudería AlphaTauri, ha sido uno de los más crítico con todo lo que está sucediendo con las reglas introducidas este año por la FIA y la polémica que ha generado el RP20. Indicó que cuando llegó a la Fórmula 1 podía comprar un monoplaza diseñado por Adrian Newey y fabricado por Red Bull Technology, con un año de antigüedad, y así competir durante toda una temporada con un presupuesto total que equivale a un tercio de lo que ahora debe invertir solamente para fabricar un monoplaza propio con el cual no obtiene mejores resultados.
Según el reglamento técnico, la propiedad intelectual del chasis debe pertenecer exclusivamente a un solo equipo, en aquel caso, año 2008, se indicó que el Toro Rosso STR2 era el mismo RB3 utilizado un año antes, que no estaban quebrantando las reglas porque no habían plagiado el chasis ni otro elemento del monoplaza. Ese modelo de equipo satélite funcionó muy bien para Toro Rosso, incluso alcanzaron la victoria en el Gran Premio de Italia, pero causó las protestas de varios equipos y la FIA lo prohibió.
Explicó Tost que luego de tan absurda decisión lo que ha hecho su equipo es desperdiciar recursos en la fabricación de su propio coche porque para ello se construyó un moderno túnel de viento, se ampliaron las instalaciones, incluyendo una nueva sede para el área de diseño y aerodinámica, y se contrató más personal. El resultado no ha generado mayores beneficios ni en pista ni a nivel financiero. Puntualizó que si la FIA pretende establecer un límite de presupuesto debería tener presente la opción del equipo satélite puesto que los mejores ingenieros y recursos tecnológicos permanecen en las grandes escuderías, mientras los equipos clientes padecen los rigores de difíciles circunstancias económicas.
Se entiende que instaurar el modelo de equipo satélite será una contrariedad para los defensores a ultranza de la Fórmula 1 tradicional ya que tal propuesta vendría de la MotoGP donde ha sido muy exitosa. No es difícil imaginar una Fórmula 1 con equipos satélites de Mercedes, Red Bull y Ferrari, sin duda sería más interesante porque escuderías como AlphaTauri, Racing Point, Williams, Haas y Alfa Romeo tendrían la alternativa de comprar o alquilar monoplazas competitivos con la respectiva asistencia técnica y suministro de piezas que cada fabricante les pueda permitir.
Por supuesto que los privilegios en todos los niveles de desarrollo los tendrá el equipo oficial, pero no es menos cierto que a partir de una buena base muchos equipos tendrán perspectivas más positivas, caso Williams y Alfa Romeo, cuyos departamentos técnicos están a la deriva. Si Racing Point pudo dar un salto de calidad, de una temporada a otra, a través de una relación preferencial y directa con Mercedes, es lógico imaginar que otros equipos también se beneficiarán de la experiencia de tener en su box a un coche ganador.
Una de las ventajas para un equipo satélite es el hecho de que si el coche suministrado es competitivo, el personal, principalmente pilotos e ingenieros, enfocarán esfuerzos en la puesta a punto y estrategia para afrontar cada gran premio. Y es que el mayor problema para la mayoría de las escuderías es que les ha costado concebir un buen monoplaza, tal vez tenga que ver el hecho de que James Allison y Adrian Newey sean la referencia en cuanto a propuestas técnicas, mientras el resto de ingenieros, diseñadores y aerodinamicistas viene muy atrás, inclusive sin experiencia ganadora, y además operan en estructuras que no poseen los últimos avances tecnológicos.
La estrecha relación que ha mostrado este año Racing Point y Mercedes, que hipotéticamente se fortalecerá cuando el equipo de Lawrence Stroll sea nombrado Aston Martin, ha provocado molestias en Renault y otras escuderías porque se advierte que de forma velada está operando un equipo satélite. El RP20 todavía exhibe un nivel competitivo decente, aunque sin llegar a incordiar al Mercedes W11, y esta particularidad lleva a pensar en las posibilidades de AlphaTauri si tuviera dos RB16 en su poder.
Otro punto a tomar en cuenta es que la escudería Haas F1 no diseña ni fabrica su propio chasis ni muchas de sus piezas, sin embargo, sus monoplazas se consideran legales. Durante varias temporadas se cuestionaron los coches del equipo americano porque parecían clones de Ferrari, y aunque las protestas no prosperaron, no hay duda de que el modelo de gestión de Haas, delegando en Dallara y en Ferrari el mayor peso del área técnica, les ha ahorrado mucho dinero y dolores de cabeza. Y es que de seguro Gene Haas pensaría primero en abandonar la categoría antes de construir un túnel de viento en Europa.
Para Tost se hace necesaria una modernización de la filosofía de los constructores, explicó que en el caso de AlphaTauri, el hecho de diseñar y fabricar sus propios conductos de frenos para el AT01 representó un gasto importante y ese dinero no se traduce en mejoras porque no hay mayor diferencia entre el sistema que hicieron y el que le compraban a Red Bull. En este punto no entiende el reglamento y su aplicación, considera un contrasentido promover un mayor intercambio de piezas para propiciar el ahorro de recursos, pero a su vez indicar que otras piezas sí se deben fabricar, justamente algunas que requieren una buena inversión porque deben ser distintas a las compradas a su proveedor hace pocos meses atrás. Algo absurdo.
La atrevida apuesta de Racing Point es la puerta de entrada para el equipo satélite, una alternativa para escuderías clientes sumergidas en problemas de índole técnico. También sería interesante observar, como sucede en las motos, el intercambio y las promociones de pilotos entre un equipo oficial y uno satélite, sin dejar de lado el trabajo de desarrollo que puede lograr un grupo de ingenieros cuando tiene una buena base para experimentar.
Bajo esta óptica, la Fórmula 1 ganaría en espectáculo, pero siempre habrán voces que se van a oponer a los cambios radicales sobre todo cuando no les favorecen. Mientras tanto, seguiremos observando grandes premios donde muy pocos privilegiados tienen opciones de ganar mientras los demás asisten a las carreras para hacer el papel de comparsa.