La imagen exterior de un vehículo es (o debería ser) fundamental para su conductor, sobre todo si en algún momento tiene planeado sacarle algún tipo de rédito vendiéndolo en el mercado de segunda mano. Aunque muchos lo olvidan, un correcto mantenimiento también implica mimar la carrocería: es una de las partes que más sufren porque es la que está más expuesta. Por ello, os traemos un truco casero y sencillo para arreglar esas abolladuras que no le sientan nada bien a vuestro coche.
Puede que hayas abierto la puerta del coche con demasiado ímpetu sin tener en cuenta la distancia a esa columna o sin haberte dado cuenta de que había un pequeño bolardo acechando. Puede que alguien te haya dado un pequeño golpe aparcando ‘al toque’ o realizando alguna otra maniobra que, evidentemente, no estaba bien hecha. O puede que te haya pillado una inesperada tormenta de granizo. Sea como sea, tu coche luce una abolladura que no te gusta ver así y lo normal es pensar que la única forma de solucionarlo te llevará hasta el taller.
Error. Devolver a la normalidad esa parte de la carrocería es más barato y más sencillo de lo que crees. Hablamos, eso sí, de las abolladuras superficiales que se producen en la chapa del coche o, incluso, en los paragolpes de plástico: cuando son más serias es mejor dejarlo en manos de un profesional.
¿Qué necesitas?
Hechas las advertencias, es hora de ponerse manos a la obra. ¿Qué necesitamos para arreglar esa abolladura? Unos guantes para evitar posibles quemaduras, un recipiente donde calentar el agua (una cacerola mediana es suficiente) y, evidentemente, agua hirviendo: bastarán con unos cinco litros en su punto de ebullición. Tú sólo tendrás que poner algo de maña y algo de fuerza.
Ten en cuenta que con este truco eliminarás la deformación, pero si hay arañazos o rasguños… éstos no desaparecerán. A esto hay que añadir que no debemos abusar en exceso de este método casero ya que un uso intensivo del mismo puede, en algunos casos, dañar el color de la carrocería.
¿Cómo arreglar la abolladura?
Cuando tengas todo listo, tendrás que verter el agua caliente sobre la zona abollada y, desde la parte interior de la carrocería, hacer presión hacia fuera para recuperar la forma original de la chapa. Si se resiste, bastará con dar unos golpecitos. Apuntad bien: golpecitos, no golpes. Y si no es posible acceder a esa zona interna puedes utilizar una ventosa o un desatascador: en ambos casos deberás tirar hacia ti con suavidad y cuidado. El desperfecto desaparecerá.
Hay quien recomienda verter agua muy fría justo después de la caliente: de esta manera se consigue un cambio de temperatura que contrae el metal y ayuda en el proceso de recuperación de su estado primigenio. Los pasos en este caso son los mismos: hacer presión con la mano desde el interior o desde el exterior con la ayuda de una ventosa o de un desatascador. Y si tenéis alguna duda sobre el método o sobre el proceso, echad un vistazo a este vídeo.