Cuando se trata de la seguridad vial y, sobre todo, de la relación entre conductores y ciclistas, merece la pena que aprovechemos la experiencia de países con mayor tradición en el uso de la bicicleta como medio de transporte para la ciudad. Y es precisamente de esa experiencia donde surge la idea de abrir el coche «a la holandesa», un hábito sencillo que evita accidentes y salva vidas.
Con las dificultades cada vez mayores para el coche privado en las ciudades, se espera que en los próximos años repunte aún más el uso de la bicicleta o, sin ir más lejos, los patinetes eléctricos que han conquistado las calles, como alternativa al automóvil. Y es por eso que deberíamos concienciarnos acerca de la protección de sus usuarios.
¿Por qué deberías abrir tu coche «a la holandesa»?
La idea de abrir el coche «a la holandesa» se basa en evitar riesgos, mejorando la visibilidad al abrir la puerta de nuestro coche para salir de él y cerciorándonos de que no se aproxima ningún vehículo. El retrovisor también es útil para conseguir este fin si vamos en las plazas delanteras. Pero la idea de abrir el coche «a la holandesa» nos da garantías extra, puesto que nos ofrece una segunda comprobación y elimina el riesgo que podría generar cualquier ángulo muerto del retrovisor, o la falta visibilidad de estos si salimos de las plazas traseras.
Pensemos que este hábito no solo puede evitar que provoquemos un accidente en el que se vean involucrados usuarios de bicicletas, patinetes eléctricos y motociclistas, sino también otros coches, lo cual no solo nos podría costar daños materiales en la puerta de nuestro coche, sino también lesiones de importancia en el brazo.
Cómo abrir la puerta del coche «a la holandesa»
Aunque estén en inglés, los vídeos que os mostramos al final de este artículo ilustran realmente bien cómo y por qué abrir el coche «a la holandesa».
La primera idea fundamental es adquirir el hábito, es decir, intentar que siempre que abramos la puerta de nuestro coche lo hagamos de esta forma. La segunda idea es preocuparse de abrir la puerta del coche con la mano más alejada de la puerta. Es decir, si vamos en el puesto del conductor, o en las plazas traseras y salimos por la puerta izquierda, deberíamos abrir la puerta con nuestra mano derecha. Ese movimiento implica, necesariamente, un giro de cadera, que facilita que nuestra mirada se dirija hacia atrás y podamos comprobar, por encima de nuestro hombro, si se aproxima cualquier vehículo.