Seguramente hayas escuchado o incluso tengas un disco de estado sólido en tu ordenador o tablet, pues ahora también están llegando las baterías de estado sólido y semi-sólido. En este sentido la empresa de estudios de mercado TrendForce ha elaborado un estudio que arroja la conclusión de que las baterías de estado sólido con materiales altamente activos se empezarán a producir en grandes cantidades apenas en 2030.
Se estima que estas baterías puedan tener una densidad energética de 500 Wh/kg, proporcionando a los vehículos eléctricos una autonomía dos o tres veces superior a la de las baterías de litio líquido y siendo prácticamente igual a la autonomía de los vehículos de bajo consumo.
Con las baterías de estado sólido se espera llegar al menos a los 1.200 km de autonomía
Actualmente, los vehículos eléctricos están equipados con baterías de litio líquido que se dividen en dos categorías principales: níquel-cobalto-manganeso (NCM) y litio-fosfato de hierro (LFP). Las densidades energéticas de estas baterías se acercan a sus respectivos límites, lo que se traduce en coches con autonomías de unos 500-600 km para las baterías de NCM y de 300-500 km para las de LFP.
Aunque no son malos números, en comparación, siguen siendo muy inferiores a la autonomía de los vehículos de bajo consumo que pueden llegar a los 1.200 km. Aunque aumentar la capacidad de los materiales del cátodo y el ánodo es una forma de aumentar la capacidad de la batería, supone un riesgo de fuga térmica durante la carga y la descarga cuando se combinan con baterías de iones de litio, según TrendForce.
Por ello, el desarrollo de baterías de estado sólido con materiales muy activos se considera una solución prometedora para aumentar la autonomía de los coches eléctricos. Y esto es una necesidad si se quiere lograr que los vehículos eléctricos sean la principal herramienta de movilidad y dejar atrás el uso de combustibles de origen fósil.
Los electrolitos en estado sólido son estructuralmente más estables y seguros que los electrolitos líquidos, lo que los convierte en la mejor solución de batería en cuanto a seguridad y densidad energética. Existen tres vías tecnológicas para los electrolitos de estado sólido: sulfuro, óxido y polímero, y en cuanto a los tipos de baterías, estos se dividen en semisólidas y totalmente sólidas en función del peso del electrolito líquido.
Para los vehículos eléctricos de nueva generación, los materiales de sulfuro y óxido se consideran los más adecuados para las baterías de estado sólido en términos de densidad energética, eficiencia de carga y descarga y requisitos de seguridad. Toyota se está centrando en la ruta del sulfuro, con muchas patentes en este campo y ha creado con Panasonic una empresa conjunta para desarrollar baterías de estado sólido.
Toyota tiene previsto fabricar en serie vehículos totalmente equipados con baterías de estado sólido en 2027, en cuanto a los fabricantes europeos y estadounidenses, estos participan en las tres vías tecnológicas, Mercedes Benz por su parte es uno de los principales inversores de una compañía llamada ProLogium Technology que lanzaría baterías de estado sólido en 2025.
La producción de baterías de estado sólido para vehículos eléctricos en España es algo más a medio plazo, ya que en 2027 se comenzarán a producir las baterías de estado sólido de origen vasco Basquevolt. Pero como dijimos anteriormente, la industria ya está buscando nuevas vías para impulsar sus coches eléctricos y algunos fabricantes de automóviles como Mercedes, BMW, Stellantis, Toyota y Nissan se encuentran trabajando en el desarrollo de baterías de estado sólido.
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