El auge de los coches eléctricos ha influido también en el aumento de puntos de carga en la ciudades. Sin embargo, en una ciudad de China, no solo es que haya aumentando el número de supercargadores, si no que ya hay más que gasolineras.
«City of Supercharging»: La casa de BYD
Shenzhen es la ciudad China de la que hablamos, que casualmente (o no tan casual) es la sede de uno de los fabricantes de coches eléctricos chino más grande, BYD. En junio de 2023, esta ciudad presentó su primer prototipo de supercargador totalmente refrigerado por líquido como parte del plan «City of Supercharging», es decir «Ciudad de Supercargadores».
En este plan, se fijó el objetivo de construir tantas estaciones de supercargadores como gasolineras para 2025. El 30 de abril de 2024, Shenzhen anunció que se ha convertido en la primera ciudad en China en tener más supercargadores que gasolineras, con un total de 362 supercargadores. Hay que añadir que estos supercargadores no son solo de carga rápida de CC, si no que pueden cargar al 80% un coche en tan solo 10 minutos.
Las dos caras de China
Shenzhen ya estaba bastante concienciada en electrificarse, es más esta ciudad de 12,5 millones de habitantes ha sido líder en electrificación durante bastante tiempo. En 2017 ya había electrificado su flota se autobuses con más de 16.000 autobuses eléctricos, al igual que los taxis que pasaron a ser eléctricos en 2019.
Y no solo esta ciudad, en general China es líder en energías renovables a nivel mundial, así como en el crecimiento de vehículos eléctricos, eso no es ningún secreto.
Lo que es irónico es que, a pesar de todo esto, China también es el emisor número uno de gases de efecto invernadero y contaminantes. Eso quiere decir que no necesariamente el crecimiento de coches eléctricos y de supercargadores hace que nuestro planeta esté menos contaminado o que contribuya a la descarbonización.
El gigante detrás de BYD
Está claro que el que en Shenzhen se encuentre BYD ha tenido algo que ver con ese aumento de supercargadores. BYD consiguió subsidios gubernamentales de al menos 3.700 millones de dólares para hacer crecer el negocio de vehículos eléctricos para poder bajar los precios de sus coches y así socavar la competencia.
Esto siempre tiene un lado positivo y otro no tanto. Por un lado, muchos de nosotros no podemos permitirnos comprar coches eléctricos porque suelen ser más caros que los ICE, y estas subvenciones hacen que los coches sean más accesibles. Y eso además ayudará a electrificar el parque automovilístico más deprisa.
El lado no tan bueno es que, otras marcas, como las europeas, no pueden permitirse vender sus coches eléctricos tan baratos, porque eso supondría perder dinero y que incluso tuviesen que cerrar fábricas en Europa.