Durante mis pasadas vacaciones, conviví con coches eléctricos durante semanas. Concretamente con un Volkswagen ID.5 GTX y un Renault Megane E-Tech. Con el ID.5 hice un viaje de 4.000 km por Europa, llegando al norte de Francia, también con el objetivo – con fines periodísticos, claro está – de comprobar de primera mano cómo se viaja en un coche eléctrico en 2022. En este artículo quiero profundizar en un aspecto concreto: cargar el coche fuera de casa, y el tremendo quebradero de cabeza que sigue suponiendo a día de hoy.
En primer lugar, quiero aclarar que este artículo no es una crítica al coche eléctrico, solo es una crítica a un proceso con el que todo propietario tendrá que convivir, y que de momento tiene mucho margen de mejor. Cuando viajamos con un coche de combustión interna, las paradas para repostar son ubicuas y suponen muy poco tiempo perdido. La buena noticia es que el número de cargadores para coches eléctricos ya me ha parecido bastante amplio y siempre hay algún cargador relativamente cerca de nuestra posición. Me temo que el problema es otro.
El rompecabezas comienza a la hora de buscar un cargador. Una labor que debe hacerse sobre la marcha por parte de un paciente copiloto o antes de iniciar la marcha, por uno mismo. Para ello hay varias aplicaciones que permiten localizar puntos de carga y filtrar por su potencia de carga – resulta imprescindible la carga rápida para cubrir grandes distancias en eléctrico. Una de las más útiles es Electromaps, pero no todos los puntos de carga están reflejados en ella. Free2Move, A Better Route Planner o Charge Map también son útiles al respecto.
Una vez tenemos el punto de carga localizado y llegamos a él, comienza el verdadero puzzle. Debería ser tan sencillo como pagar con una tarjeta bancaria y comenzar la carga, ¿verdad? Mucho me temo que no. Prácticamente todas las múltiples redes de cargadores existentes requieren que descarguemos una app para smartphone y nos registremos, para a continuación introducir nuestros datos bancarios e iniciar la carga desde la app. Este proceso añade no pocos minutos a la operación de carga, especialmente si nunca hemos usado dicha red de carga.
Y claro está, si todo funciona como debe. La app se comunica con el cargador, y nos pide entonces que enchufemos la manguera al vehículo, iniciando la carga. Este proceso de conexión entre app, vehículo y cargador es donde residen gran parte de los problemas a la hora de cargar un coche eléctrico. En mi caso, la red de Ionity fue la mas problemática, con muchos intentos y diferentes medios de pago hasta lograr iniciar la carga. Una situación agobiante cuando la carga de tu batería es baja y necesitas seguir con tu viaje.
He cargado el coche en la red de Supercharger de Tesla, en una red francesa llamada Electra, en la red de Iberdrola, de EDP, de Zunder, de Endesa X… y todas ellas requieren la instalación de una app. Muchas de estas apps son lentas y poco intuitivas, y hasta la fecha solo la red de electrolineras de Avia permite cargar el coche sin registro, mediante el pago en una plataforma online sin registro – tras escanear un QR. Estas apps suponen que cada carga suponga un puzzle e introducen una peligrosa brecha digital en el proceso de carga del coche eléctrico.
Sí, debería ser muchísimo más sencillo. Tan sencillo como que cada cargador tenga un TPV, en el que se haga una autorización por cierto importe, y se cargue el realmente consumido. Un sistema probado hasta la saciedad y presente en miles de gasolineras no atendidas. Por no hablar de la poca transparencia y disparidad en el precio del kWh, que oscila en carga rápida entre los 0,39 y 0,89 €/kWh. Como os digo, en este aspecto, la labor de un copiloto/copilota paciente y que sepa pelearse con soltura con decenas de aplicaciones, es en mi opinión vital.
Por último, un apunte acerca del civismo. En Francia los cargadores visitados tenían bastante movimiento y afluencia, y había una gran rotación de vehículos. Nunca hubo problema. Fue al llegar a España, en un cargador rápido de un centro comercial, cuando me encontré un cargador rápido de 100 kW de potencia ocupado por un Mercedes híbrido enchufable, cargando su batería. El dueño tardó 20 minutos en aparecer tras estar su batería completamente cargada, teniendo a su lado dos cargadores «lentos» de 7,4 kW, completamente libres.
Para evitar este tipo de situaciones, algunos cargadores están empezando a cobrar hasta 2 euros por minuto cuando el coche está completamente cargado. Por fortuna, pude cargar mi Volkswagen relativamente rápido e irme a casa, ¿pero qué hubiera pasado si esta persona estuviera viendo una película en el cine? La visita a este cargador fue motivada por una incidencia en otro cargador rápido cercano, y no tenía batería «para regalar». Pronto os contaré más lecciones aprendidas durante mi periplo europeo en coche eléctrico.