Guía de AdBlue
Si has comprado o vas a comprar un coche eléctrico o híbrido enchufable, la pregunta que seguramente te estarás haciendo es la de cuánto tiempo tarda en recargarse: el tiempo resultante de dividir la capacidad de la batería entre la potencia de carga, el anunciado por el fabricante… Pues bien, ese tiempo rara vez será menor al anunciado y depende de varios factores que a continuación de contamos, como tu propio coche, el software del mismo o el punto de carga que estás utilizando.
Sin embargo, antes de continuar, te recomiendo que eches un vistazo a nuestra guía con los conceptos básicos y tipos de cargadores. De ella es necesario tener presente conceptos como la capacidad de una batería que se mide en kWh o la potencia de carga medida en kW y que indica cuánta energía se entrega en un tiempo determinado.
1. El hardware de nuestro coche
El primer factor que incluye en cuánto tiempo tarde en recargarse un coche eléctrico es él mismo, es decir, los propios componentes físicos que tiene el nuestro coche y la máxima potencia de carga que admiten, ya que como decíamos al principio, la potencia mide la velocidad con la que se transfiere energía a la batería.
Simplificando, un coche eléctrico típico posee dos tipos de cargadores, uno de carga rápida en corriente continua (el tipo de corriente con trabaja la batería) y otro de carga “lenta” que recibe el nombre de cargador embarcado o de abordo y que opera en corriente alterna (la del enchufe de casa).
Así pues, cuanta más potencia admita esa carga rápida antes de completará el proceso, siendo lo usual que en los eléctricos de última hornada se hable de potencias en torno a los 100 – 150 kW que permiten completar dicho proceso con una batería típica de 60 kWh en menos de una hora, un tiempo un poquito superior al teórico por motivos que nuevamente veremos más adelante, aunque existen vehículos como el Porsche Taycan que llegan hasta los 270 kW.
En cuanto al cargador embarcado, este es un dispositivo que transforma la corriente alterna que llega al coche desde un punto de carga mural (wallbox) en corriente continua (la de la batería). Así pues, es necesario llegar a un compromiso entre coste, tamaño y potencia, pues la recarga a la que se debería asociar es la típica de llegar a casa y dejarlo toda la noche conectado, por lo que no se requiere de tan altas potencias.
Usualmente son de 7,4 kW o 11 kW, aunque en el caso de híbridos enchufables de corte económico (las baterías de estos coches son muchos más pequeñas que las de los eléctricos) pueden llegar a ser 3,4 kW. No obstante, a día de hoy los vehículos más capaces ofrecen cargadores embarcados de hasta 22 kW, y bajo ningún conceptos deberías comprar un eléctrico puro que solo tenga este tipo de cargador.
2. Software del coche
La siguiente variable que influye en cuánto tarda en recargarse un coche es el software del mismo, es decir, la gestión electrónica del proceso de carga por parte del vehículo.
En un coche con una batería de 50 kWh netos y una carga en corriente continua de 100 kW ningún fabricante ofrece un tiempo de carga de media hora, el tiempo teórico (50 kWh / 100 kW = 0,5 h). De hecho, casi siempre se suele hablar del tiempo que se emplea en pasar del 20 % al 80 % de capacidad, el rango óptimo donde es posible mantener durante mayor tiempo una potencia de carga similar a la máxima si se dan todas las demás condiciones.
Esto es porque la centralita del propio coche tiene en cuenta parámetros como la temperatura de la batería y otros componentes, de forma que cuando empiezan a calentarse en exceso se reduce la potencia de carga, o que en fases como la recta final hasta el 100 % es necesario reducir considerablemente dicha potencia para no degradar la batería y alargar la vida útil de la misma.
3. La infraestructura y el punto de carga elegido
¿Cuál es el otro elemento que interviene en el proceso de carga además del coche? Efectivamente, el punto de carga elegido, y en muchas ocasiones resultará ser el factor más limitante en eso de cuánto tiempo tarda en recargarse un coche eléctrico.
Así pues, de nada sirve tener un Porsche Taycan con carga en corriente continua a 270 kW cuando la mayoría de los cargadores de carga rápida repartidos a lo largo de nuestra geografía son de 50 kW y rara vez superan los 100 kW. Lo mismo podríamos aplicar en el caso de la carga continua, aunque en esta ocasión los wallboxs más extendidos son de 7,4 kW que prácticamente coinciden con el cargador embarcado típico.
Pero no sólo influye la máxima potencia que sea capaz de entregar ese cargador, sino también la gestión del mismo y la propia instalación eléctrica realizada. Usualmente, este tipo de cargadores disponen de dos mangueras, por lo que son capaces de conectarse a dos coches. Es quiere decir, que en el caso de haber dos vehículos eléctricos la potencia de carga se reduce en cada uno, por ejemplo a la mitad, aunque esto a su vez depende de la lógica implementada en el mismo, pues si un coche está finalizando el proceso de carga y otro lo está comenzando, lo razonable es que este último cuente con más potencia.
Ello se debe a lo que técnicamente se conoce como factor de simultaneidad, algo que también se da a la hora de calcular la instalación eléctrica o de agua en nuestras casas. Es decir, en una electrolinera con varios “surtidores” es muy improbable que dos coches se conecten al mismo, y si coinciden será por muy poco tiempo.
Esto permite colocar cables con una sección notablemente inferior, pues se diseñan para la potencia total (y no para el doble de ella), cables que son de cobre y que tienen un precio relativamente alto, ya que estos cables de cobre son considerablemente gruesos para soportar una alta potencia durante un tiempo prolongado sin alcanzar altas temperaturas, sin olvidar la acometida que sería necesaria así como el propio centro de transformación.
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