Guía de AdBlue
- 1. Mecánica más simple
- 2. Menor mantenimiento, pero con reparaciones más especializadas
- 3. A igualdad de tamaño, ofrecen un mayor espacio interior
- 4. La recarga de electricidad es más tediosa que el repostaje de combustible
- 5. Los viajes requieren de una meticulosa planificación
- 6. Conducción más suave y confortable con unas prestaciones diferentes
- 7. La ciudad, su hábitat natural y donde más ahorran
La Unión Europea ha prohibido la venta de coches diésel y gasolina a partir del año 2035 y la mayoría de las marcas apuestan por una completa electrificación de sus gamas (o casi) para 2030, lo que nos deja un escenario que acaba, sí o sí, en el coche eléctrico. De hecho, en la actualidad ya nos encontramos con una amplia oferta de coches eléctricos que bien podrían satisfacer las necesidad de buena parte de conductores pero que, reacios por no conocer las diferencias entre un coche eléctrico y de combustión, no terminan de dar el salto.
Es por ello que a continuación te contamos las principales diferencias entre un diésel o gasolina y un eléctrico, a nivel de conducción, mantenimiento, mecánica, usabilidad… en definitiva, pros y contras.
1. Mecánica más simple
La principal diferencia entre un coche eléctrico y uno de combustión es inmediata: el primero obtiene la energía para mover las ruedas de la electricidad que se almacena en una batería y hace girar uno (o varios) motores eléctricos, mientras que el segundo lo hace de la energía química que se libera en la explosión del combustible y empuja los pistones del motor.
Sin embargo, la idea principal de este punto es que a nivel mecánico un coche eléctrico es mucho más simple al tener menos componentes, lo que se traduce un menor mantenimiento y en menores probabilidades de sufrir una avería. Así pues, a grandes rasgos un coche eléctrico cuenta con los siguientes elementos:
.- Un cargador embarcado que transforma la corriente continua en alterna del enchufe de casa o wallbox para cargar la batería.
.- La batería donde se almacena la energía eléctrica y que trabaja en corriente continua.
.- Un inversor que convierte la corriente continua de la batería en alterna para hacer mover el motor eléctrico.
.- El motor eléctrico que genera el movimiento a partir de la electricidad.
.- Un reductor (básicamente dos engranajes con una relación de transmisión fija) que multiplica el par a la salida del motor.
Como vemos, son cinco los principales elementos que componen las tripas de un coche eléctrico, careciendo de embrague, caja de cambio y sistemas tan complejos y propensos a sufrir averías como pueden ser el FAP, la EGR, inyectores, bujías y bobinas o calentadores…
2. Menor mantenimiento, pero con reparaciones más especializadas
Del apartado anterior deriva la siguiente diferencia: el mantenimiento de un coche eléctrico es más simple. No obstante, ello no quiere decir que no se deba de acudir a realizar revisiones periódicas como en cualquier otro coche, pues al igual uno con motor térmico, dispone de un sistema de frenado con idénticas necesidades, filtros como el del habitáculo, en algunos casos un sistema de refrigeración con su propia bomba y líquido para controlar la temperatura de la batería o un sistema de suspensión con elementos como silentblocks o amortiguadores similares.
En cambio, aunque el mantenimiento es más sencillo y puede llevarse a cabo en prácticamente cualquier taller, la cosa cambia cuando hablamos de una avería, no porque su reparación sea necesariamente más costosa, sino porque se requiere de una serie de conocimientos específicos para poder interactuar con el sistema eléctrico de alto voltaje que no todos los talleres poseen, por no hablar que en estos coches eléctricos la gestión electrónica tiene un peso aún mayor. No obstante, esto no significa que sean menos fiables, sino todo lo contrario, pues como hemos dicho, tienen menos elementos y técnicamente no son más complejos, sino diferentes.
3. A igualdad de tamaño, ofrecen un mayor espacio interior
A la hora de diseñar un coche eléctrico existen dos planteamientos diferentes. Hasta hace poco se solía tomar la base de un coche convencional y sustituir motor térmico por el eléctrico, aprovechando el hueco sobrante en el vano motor para alojar el inversor y colocar la batería en el lugar del depósito, y como es necesario algo más de espacio, tomarlo prestado del maletero. Este camino se traduce en un coche con un habitáculo de igual espacio pero con una menor capacidad de carga.
En cambio, la nueva generación de coches eléctricos se diseñan partiendo de una hoja en blanco, con plataformas específicas creadas para ellos acorde a sus necesidades y que permiten maximizar sus ventajas. Esto da lugar a que en comparación con un coche térmico de similar tamaño exterior, uno eléctrico ofrezca un habitáculo y maletero con más espacio, ya que la batería se aloja bajo el piso y la distancia entre ejes es mayor al no necesitar un vano motor tan grande y poder contar con voladizos menores.
4. La recarga de electricidad es más tediosa que el repostaje de combustible
Llegamos a la otra gran diferencia entre el coche eléctrico y el coche de gasolina o diésel, y que en este caso es la gran desventaja de los primeros. En uno con motor térmico cuando se acaba el combustible acudimos a una de las cientos de gasolineras, llenamos el depósito en cinco minutos y listo. En cambio, cuando nos quedamos sin energía en un coche eléctrico es necesario recargar su batería, un proceso que requiere un poco o mucho más tiempo, en función del tipo de carga que vayamos a usar y que de forma rápida podemos hablar de tres:
.- Carga rápida en corriente continua, para lo que es necesario usar un punto de recarga que ofrezca esta posibilidad. La parte positiva es que en función de la potencia de carga puede decirse que en una hora se tendrá la batería cargada por completo o casi, y en tan sólo 20 minutos se tendrá la suficiente energía para añadir unos 120 km extra de autonomía, pero el coste de este tipo de electricidad es alto.
.- Carga mediante un wallbox en casa o en un punto público como un centro comercial o una estación de trenes. Es una vía intermedia y se trata de la ideal para un coche eléctrico, pues permite recargar una batería completa en unas 6 u 8 horas a un coste bajo, lo que da lugar a ese ahorro económico del que hace gala. De hecho, lo recomendable es tener un wallbox en el garaje de casa o plaza de aparcamiento, para dejar el coche cargando todas las noches y tenerlo listo a la mañana siguiente.
.- Carga en alterna usando el propio enchufe convencional, una modalidad extremadamente lenta (puede ser necesario incluso más de 24 horas para cargar por completo una batería) y que aunque económicamente igualmente rentable, no es la más óptima.
Por tanto, podemos decir que mientas un coche con motor térmico no requiere de ninguna preocupación, para tener un eléctrico es altamente recomendable tener garaje o plaza de parking con un wallbox y estar atentos a la carga de la batería, pues se necesita de de cierto tiempo para “llenar el depósito”.
5. Los viajes requieren de una meticulosa planificación
Al hilo de lo anterior es fácil llegar a la siguiente diferencia entre un coche eléctrico y unp convencional: la forma de viajar. Con eléctrico es necesario planificar casi al milímetro y con antelación cualquier viaje que vaya más allá de nuestros desplazamientos cotidianos, aprovechando las paradas para descansar o almorzar para recargar las baterías, seguir una ruta que no siempre es la más directa para que pase por esos puntos de recarga teniendo en cuenta que no siempre todos están operativos, por lo que en esas paradas no se deberá apurar la autonomía… y como no, siendo conscientes que necesitaremos de más tiempo para llegar a nuestro destino.
6. Conducción más suave y confortable con unas prestaciones diferentes
La conducción de un coche eléctrico no es necesariamente muy diferente a la de un diésel o gasolina con cambio automático ni entraña mayor misterio, sobre todo ahora que las direcciones asistidas son eléctricas. Tan sólo será necesario acostumbrar a la retención que se experimenta al levantar el pie del acelerador en un coche eléctrico que frena el vehículo considerablemente y que permite realizar lo que se conoce como “conducción con un solo pedal”, pero que en muchos casos es desconectable.
En cambio, las sensaciones sí que son diferentes. Por un lado, son coches mucho más suaves y silenciosos al carecer de elementos como la caja de cambio que dejan notar un pequeño “tirón” al engranar un velocidad o de un motor que vibra y suena, lo que da lugar a una mayor comodidad y confort.
Asimismo, sus prestaciones son diferentes a las de un coche con motor térmico, ya que los eléctricos transmiten el par al suelo de forma prácticamente instantánea y poseen una curva de par que entrega el mayor máximo desde la primera revolución. Todo esto les permiten ofrecer unas aceleraciones y recuperaciones mayores a igualdad de potencia, pero debido a que, como decíamos anteriormente, carecen de cajas de cambio, su velocidad máxima viene limita por la relación de transmisión prefijada y que da lugar a un valor muy bajo en comparación con un vehículo tradicional y que suele rondar los 180 km/h o incluso menos en los modelos más populares y sin aspiraciones deportivas mientras que cualquier coche con un motor térmico de unos 120 CV llega a los 200 km/h.
7. La ciudad, su hábitat natural y donde más ahorran
Por normal general, donde se encuentra más cómodo cualquier diésel o gasolina es en una carretera abierta recorriendo una cierta cantidad de kilómetros, ámbito donde se alcanza la temperatura de servicio, de forma que todos los componentes como los sistemas anticontaminación trabajan de forma adecuada, y se consiguen los menores consumos al mantener una velocidad moderada prácticamente constante.
En cambio, un coche eléctrico se siente mucho más cómo en entornos urbanos, en los cuales consigue estirar al máximo la autonomía de su batería, ya que ni debe vencer la resistencia de la fuerza aerodinámica, y sobre todo, gracias a la frenada regenerativa consigue inyectar un extra de kWh. Además, es también en la ciudad donde existe un mayor número de puntos de carga y donde la comodidad de su conducción sale a relucir.
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