No hace falta que nos remontemos varias décadas atrás. Hasta hace apenas unos años era posible comprar algunos coches por menos de 9.000€, 8.000€, e incluso 7.000€. El Dacia Sandero que hasta 2020 no pasaba de los 7.000€ ahora cuesta prácticamente el doble. Desde el comienzo de la pandemia y, sobre todo, a lo largo del último año, hemos asistido a un incremento drástico en el precio de los coches. ¿Qué ha sucedido con los coches baratos?
Un servidor ya ha perdido la esperanza en que los precios detengan su escalada y mi pronóstico es que los precios seguirán aumentando. Y, lo que resulta aún más preocupante, será cada vez más difícil encontrar los coches económicos, populares, con motores de combustión interna, que son los únicos que una buena parte de la población se puede permitir.
¿Qué sucederá con aquellos que hoy conducen coches baratos? ¿Estarán destinados a tener que desplazarse y viajar en autobús?
Opel Corsa B.
Los que ayer conducían un Opel Corsa mañana irán en autobús
Jens Andersen es un ingeniero que trabajó durante casi tres décadas en Volkswagen, pasando por diferentes departamentos hasta llegar a ser el responsable de Estrategia y Gestión Tecnológica y trabajar en diferentes proyectos, como el de los motores de GNC. En 2018 abandonó la compañía para incorporarse a Strategy Expert Group, asesorando a compañías sobre planificación corporativa, desarrollo de estrategias y adquisiciones, optimización de procesos y costes y también gestión de flotas de vehículos de propulsión alternativa.
Estos días concedía una entrevista a Business Insider, cuya lectura recomendamos, en la que apuntaba a la problemática que afronta Europa. Primero, mostrándose optimista con el futuro de las premium europeas, sobre todo los alemanas. Segundo, mostrándose escéptico y preocupado al respecto del automóvil generalista europeo y, sobre todo, el acceso al automóvil de una buena parte de la población.
Jens apuntaba cómo se está produciendo un cambio de tendencia en Alemania y los conductores que hasta hace poco utilizaban vehículos de gamas de acceso están apostando por «la suscripción, el coche compartido y el transporte público». Pero también hacía una predicción que desde hace tiempo para muchos, entre los que me incluyo, ha estado muy presente, que «los que ayer conducían un Opel Corsa mañana irán en autobús«.
Presupuesto del configurador de Dacia en 2020.
La suerte está echada para los coches más económicos
En los últimos días se está hablando largo y tendido al respecto de la prohibición de los coches con motor de combustión interna en 2035. Para entonces, la única posibilidad de comprar un coche nuevo pasará por comprar un coche eléctrico. ¿Pero qué sucederá hasta entonces?
La normativa europea no solo prohibirá la venta de diésel y gasolina en 2035, sino que en el ínterin impondrá objetivos de reducción de emisiones de CO2 realmente ambiciosos que, de no cumplirse, obligarán a los fabricantes de coches a pagar importantes penalizaciones por cada g/km de CO2 superado sobre los objetivos, por cada coche vendido. La alternativa para los fabricantes pasa por pagar bonos de emisiones que, evidentemente, también supondrán un coste importante para aquellos fabricantes que no consigan alcanzar sus objetivos. Esta ha sido una de las razones que ha llevado a Italia a oponerse al plan de la Unión Europea.
Comprar un coche no eléctrico será cada vez más caro, después inviable, y en algún momento imposible
La única lectura que podemos hacer de esta situación es la siguiente. Vender coches con motor de combustión interna que, a día de hoy, son los únicos que se pueden permitir muchos conductores, ya sea por el precio de los eléctricos, o por no disponer de la infraestructura (garaje con estación de carga) para utilizar un coche eléctrico, será cada vez más caro para los fabricantes. Cada coche que vende una marca en la Unión Europea que no es eléctrico o híbrido enchufable penaliza sus emisiones de flota y, por lo tanto, la aleja del objetivo de reducción de emisiones.
Y cada coche que vende con un motor de combustión interna supone un coste cada vez mayor para el fabricante. Y ese coste se repercutirá, necesariamente, en el comprador. El fabricante, por su parte, trabajará para mantener o incluso aumentar sus márgenes de beneficio y eso implicaría la siguiente cadena de acontecimientos que ya se ha iniciado.
- Los coches más accesibles con motor de gasolina se encarecen y van remplazándose por coches más equipados, y más caros, pero más rentables para el fabricante
- Los coches más accesibles, pequeños y baratos dejan de ser viables. Y directamente desaparecen del catálogo de muchas marcas, que centrarán su desarrollo en productos aún más equipados, grandes y caros
- Los coches de combustión interna desaparecen. Muchas marcas dejarán de vender todo aquello que no sean coches eléctricos mucho antes de 2035.
- Llegamos a 2035 y únicamente podemos comprar coches nuevos eléctricos. Podremos seguir con nuestros coches antiguos de combustión interna, o comprar coches de segunda mano que no sean eléctricos. Pero muy probablemente su movilidad estará muy limitada por restricciones al tráfico, al menos en las grandes ciudades, como las que ya han comenzado a imponerse con las Zonas de Bajas Emisiones. ¿Habrá para entonces coches eléctricos económicos, e infraestructura de carga, que permitan que las clases populares puedan seguir disponiendo de coche privado y no se vean relegados, por obligación, a viajar en autobús?
La quimera del coche eléctrico barato
Recuperando de nuevo la entrevista que motivaba este artículo, Jens predice que «la movilidad eléctrica seguirá siendo considerablemente más cara que los motores de combustión más baratos», aclarando que, «en términos relativos, esto puede ser cierto en algún momento, pero no en términos absolutos». En otras palabras. Tal vez veremos cómo proliferan coches eléctricos «económicos» que, en algunos casos, puedan equipararse al precio de sus alternativas de combustión interna. Pero no porque el coche eléctrico se haya abaratado notablemente, sino porque los coches de combustión interna se habrán encarecido.
Aún asumiendo que en algún momento exista una infraestructura de carga que permita disponer de un coche eléctrico sin necesidad de un punto de recarga privado, de un garaje, algo que hace inviable el eléctrico para muchos conductores hoy en día en España, y asumiendo también que habrá coches eléctricos más accesibles, el coche eléctrico seguirá estando fuera del acceso de muchos conductores que, como consecuencia de ello, dejarán de poder acceder al automóvil privado.
¿Está por lo tanto todo perdido? ¿Acabaremos relegados a conducir coches muy caros, si podemos permitírnoslos, o a tener que desplazarnos en autobús?
MG 4 Electric.
La esperanza de los coches chinos
En los últimos meses se ha producido un acontecimiento que, si no inédito, sí que es reseñable en estos momentos. La llegada a los concesionarios de un coche eléctrico que incorporando, eso sí, las ayudas del Plan MOVES III a la compra de vehículos eléctricos, puede equiparar su precio a los de sus alternativas, de tamaño similar, y con motores de combustión interna. Hoy en día podemos adquirir un MG 4 desde 20.480€, cuando un compacto de su categoría como el SEAT León parte de 22.990€ con motor de gasolina. Este lanzamiento ha llevado a MG a convertirse, en tiempo récord, en la marca generalista que más coches eléctricos vende en España.
Jens apuntaba al quid de la cuestión. Lanzar un producto como este «difícilmente sería rentable si se produjera en Europa. No a este precio y menos en las condiciones económicas actuales».
Los coches eléctricos fabricados en China podrían ser la única alternativa para permitir el acceso a un vehículo eléctrico y, en última instancia, a un automóvil en general, a las clases populares. Y eso es también una amenaza para la industria del automóvil en Europa. Pero sobre ese tema, que también tiene mucha miga, reflexionaremos en próximos artículos.
