Hace unas semanas, la Comisión Europea propuso reducir completamente las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en los coches nuevos y puso fecha a este objetivo: 2035. A partir de entonces, no se podrán vender vehículos con motores de combustión: una decisión respaldada por el Parlamento Europeo y no tanto por los países de la UE. Alemania fue la primera en alzar la voz y ahora son Italia, Portugal, Eslovaquia, Bulgaria y Rumania quienes piden que se retrase la prohibición.
La ley final llegará tras las negociaciones del Parlamento Europeo con los países de la UE, una tarea que, a tenor de las reacciones vistas hasta el momento, no parecerá sencilla. Automotive News Europe se hace eco de una información de Reuters en la que asegura que los ministros de las distintas naciones que conforman el ‘Viejo Continente’ planean acordar su posición la próxima semana antes de dar forma a la citada normativa.
La propuesta de Italia, Portugal, Eslovaquia, Bulgaria y Rumania
Italia, Portugal, Eslovaquia, Bulgaria y Rumania quieren retrasar cinco años el plan de la Unión Europea para prohibir la venta de vehículos nuevos de gasolina y diésel a partir de 2035. Bruselas, por su parte, dice que esa fecha es crucial porque la vida útil media de los coches nuevos es de quince años. Una prohibición posterior impediría que Europa alcance emisiones netas cero en 2050: según los científicos lograr ese objetivo en ese momento evitaría un cambio climático desastroso.
Estos cinco países han puesto sobre la mesa una alternativa: en el caso de los turismos, la meta sería una reducción del 90% en las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en 2035 y del 100% en 2040. En el caso de los vehículos comerciales ligeros, en lugar de una bajada del 100% en 2035, sería del 80% en 2035 y del 100% en 2040.
Cabe recordar, además, que Italia propuso también soluciones alternativas como los combustibles sintéticos y excepciones a través de lo que algunos han bautizado como ‘Enmienda Ferrari’: incluir las series limitadas de determinadas marcas.
Según el documento, “se deben establecer períodos de transición adecuados y personalizados” y hay que tener en cuenta factores económicos y sociales como las “diferencias significativas” en el poder adquisitivo de los distintos países europeos.
La posición de Alemania
El Ministro de Finanzas de Alemania, Christian Lindner, aseguraba la semana pasada en una conferencia celebrada en Berlín que eliminar completamente el motor de combustión en Europa es “una decisión equivocada” porque fabricantes de otras partes del mundo llenarían ese vacío: “Alemania no aceptará prohibir los motores de combustión”. Volker Wissing, Ministro de Transportes alemán, apuntaba, por su parte, que la prohibición no es razonable y ponía sobre la mesa la posibilidad de usar combustibles sintéticos.
Francia, por otro lado, ha propuesto dejar fuera de la norma a los coches híbridos enchufables y la Plateforme automobile (PFA) calculó que con la medida de la Unión Europea, su industria del motor podría perder 100.000 empleos para 2035: la mitad de su fuerza laboral. Del mismo modo, creen que se necesitarían 20.000 millones de euros para lograr la tecnología e infraestructura necesarias para alcanzar las metas de la UE.