Una vez te planteas comprar un coche eléctrico, el siguiente gran dilema al que te enfrentas es cómo recargarlo. Usar los puntos de carga públicos solo es apto para ocasiones puntuales, por lo que sí o sí estás obligado a instalar un Wallbox en el garaje de tu casa, pues seguramente será donde cada día aparcarás tu eléctrico. Y dado que puede llegar a ser un proceso complejo y costoso, en este artículo queremos ayudarte a recargar tu eléctrico de la forma más barata y sencilla posible.
1º ¿Dónde vas a recargar tu coche eléctrico?
Parece una obviedad, pero no lo es, de verdad. La plaza de parking debería estar lo más cerca posible de nuestro contador, pues el punto de recarga que instalemos tendrá que tener su propia línea eléctrica desde el contador dada la potencia que necesitaremos instalar. Esto además afecta por igual tanto a vivienda unifamiliar como a un edificio, lo que sucede en el segundo caso es que la ubicación resulta todavía más importante, pues en la instalación del Wallbox tendremos que hacer frente al coste que supone cada metro de cable desde el contador de la vivienda hasta la plaza de aparcamiento. A mayor distancia entre contador y punto de recarga, más cara será la instalación.
2º Escoge correctamente la potencia de recarga
La potencia de recarga que vamos a emplear es un factor crucial, pues ésta dependerá del propio vehículo eléctrico, de las posibilidades de la instalación y el punto de recarga y del coste que queramos asumir. Cuanta mayor potencia instalada, más caro será el Wallbox y más pagaremos por su instalación y por su funcionamiento en la factura de la luz.
Nuestra recomendación es instalar un Wallbox de 7,4 kW de potencia máxima, pues con esta potencia podremos hacer uso de una instalación monofásica y ofrece el suficiente rendimiento como para recargar una batería de gran capacidad durante la noche. Además a esta potencia también se consigue una tasa de eficiencia elevada, que obviamente varía en función de la temperatura de trabajo, las características del equipo y la instalación, y por supuesto del coche. Pero por regla general, todo lo que sea recargar a potencias inferiores a 3,6 kW supone hacer frente a mayores pérdidas energéticas.
De no tener problemas para dar el salto a una instalación eléctrica trifásica, el salto de potencia se iría hasta los 11 o incluso 22 kW. Pero insistimos, el paso de 7,4 a 11 kW ya supone un sobrecoste muy importante en instalación, siendo además una potencia que no todos los eléctricos soportan y que no va a suponer una gran reducción en el tiempo de recarga para un coche de uso doméstico.
3º Elige qué Wallbox necesitas
Conocida la ubicación, el coche eléctrico y la potencia a la que queremos recargar, es el momento de elegir cuál será nuestro punto de recarga o Wallbox. El mercado actual ofrece un gran número de modelos, con diferentes prestaciones y con innumerables diseños y equipamientos extra. Lo más importante de todo, y es en lo que debemos fijarnos antes de nada, es que el Wallbox esté homologado, cumpla con todas las protecciones en materia de seguridad y que cuente con control dinámico de potencia. Si bien las dos primeras exigencias son fáciles de entender, la tercera no tanto, pero el control dinámico de potencia es una función sumamente útil ya que permite adaptar la potencia de recarga del coche eléctrico en función del consumo de la vivienda, evitando así exceder la potencia máxima instalada o tener que contratar potencias muy elevadas.
Más allá, como decíamos existen multitud de funcionalidades extra que nos pueden resultar más o menos interesantes. De entre las más útiles podemos destacar el bloqueo de uso del Wallbox mediante llave física, magnética o código, además de un programador de carga e incluso una función de conexión remota vía Bluetooth, WIFI o 4G que nos permita acceder a nuestro Wallbox y todas sus funciones e información sin tener que estar frente a él. Obviamente, a más prestaciones mayor precio, pero un Wallbox sencillo de 7,4 kW oscila entre los 500 y 700 euros, pudiendo llegar a los 1.500, 2.000 o 3.000 euros si nos vamos a los modelos más avanzados y exclusivos.
Con la compra de un nuevo coche eléctrico, los fabricantes también nos ofrecen e incluso «regalan» su propio Wallbox. Antes de dejarte llevar por la idea de ahorro, debes cerciorarte de que ese Wallbox cubre tus necesidades y de que no existan gastos adicionales como la instalación, un alquiler del dispositivo, etc. Comparar con otros Wallbox es siempre nuestra mejor arma.
4º Busca la tarifa de recarga más adecuada para tu consumo
El último aspecto que debemos tener en cuenta es sin duda la tarifa de luz que vayamos a usar. En una instalación dependiente al 100% de la red eléctrica general, deberías buscar la mejor tarifa eléctrica posible teniendo en cuenta el gasto energético que supondrá recargar nuestro coche. Cada vez más son las compañías que ofrecen tarifas específicas para recargar un coche eléctrico, brindando todas ellas precios muy bajos para la energía de cara a incentivar la recarga nocturna, además de un doble término de potencia para poder hacer uso de una potencia elevada solo durante el periodo de recarga.
Eso sí, debemos tener muy en cuenta que el mercado ofrece muchas tarifas y que no todas pueden sernos útiles. Por ello es muy importante hacer números teniendo en cuenta qué energía consumiremos en materia de recarga, qué tipo de discriminación horaria nos ofrece más ventajas y qué posibles ofertas pueda incluir la instalación de un punto de recarga.
Y si queremos ir un paso más allá en materia de ahorro, sostenibilidad e independencia, tampoco debemos descartar la posibilidad de plantearnos dar el salto a una instalación de autoconsumo (total o parcial). Teniendo en cuenta la llegada de un vehículo eléctrico a nuestras vidas que se convertirá en un gran consumidor eléctrico, no está de más hacer cálculos y valorar la instalación de un sistema de placas solares fotovoltaicas. Hablamos de una inversión inicial alta y un plazo de amortización medido en años, pero como mínimo deberías hacer el estudio para tomar una decisión con los números bien claros.